sábado, 5 de febrero de 1994

COMBATE DEL CERRO - EL ODIO EN EL NOMENCLATOR


Fortaleza del Cerro de Montevideo

Es casi absoluta la falta de información sobre este episodio de las luchas por la independencia, ocurrido el 9 de febrero de 1826.He debido apelar para paliarla a uno de mis libros más viejos -editado en 1859- que es la primera biografía de Oribe, escrita por José Pedro Pintos. 

Es tal vez el que más aprecio principalmente por su dedicatoria que reza: "Este libro perteneció a mi padre y me honro en depositarlo en manos de ..." (fdo.) Washington Beltrán, 6 de junio de 1990.


Transcribimos de su página 29: "Después de la batalla de Sarandí, Oribe volvió a ocupar su puesto en el sitio de Montevideo. Un día supo que los brasileros habían dado tormento a un joven soldado que había tenido la desgracia de caer prisionero;  le habían exigido una confesión y porque la rehusaba, le habían despedazado la punta de los dedos en la llave del fusil. Oribe se encolerizó y resolvió vengarlo.

Una fuerza de caballería enemiga mandada por un comandante Pita, cuidaba las caballerías en el Cerro hasta una distancia fuera del tiro de cañón y se amparaba de la fortaleza cuando lo atacaban. Oribe resolvió ponerle una emboscada. En la noche del 8 de febrero hizo ocultar diversas partidas en los bajos y a la mañana siguiente, cuando lo enemigos fueron a hacer la descubierta, solo divisaron a los lejos una pequeña partida que no los inquietó. La división hizo alto en la parte norte del último arroyo 
(Pantanoso) que se encuentra desde el Cerro hasta la primera altura, y desenfrenados los caballos, se ocuparon en cortar el pasto. Según lo convenido, debía acercarse la partida que estaba a la vista  y comenzar a tirotearse con otra avanzada que tenían los brasileros; y cuando la primera considerara oportuno, hacer una descarga que sería la señal para que cargasen los que estaban en la emboscada. Así lo hicieron, pero como el viento era muy fuerte, los emboscados no oyeron nada hasta la tercera descarga, y cuando se movieron ya la fortaleza había disparado un cañonazo en señal de alarma.

Los enemigos montaron inmediatamente y comenzaron a huir. Pero no fue tan pronto que los nuestros no los alcanzaran y cayeran sobre ellos. Sesenta a setenta quedaron en el campo y el resto fueron lanceándolos hasta bajo los fuegos de la fortaleza".


Desde su campamento del Manga, Oribe eleva el parte a Lavalleja - a la sazón en su cuartel general Pintado-  detallando que los enemigos eran algo más de trescientos, a los que había atacado con la segunda compañía de Dragones Libertadores comandada por el capitán Manuel Meléndez, su compañero del "grupo de los siete" iniciadores de la Cruzada Libertadora. También actuó a sus órdenes el cuerpo de milicias de Canelones al mando del teniente coronel Simón del Pino, cordobés, también integrante de la Cruzada. El enemigo, señala el parte, tuvo 71 muertos, dejando además en el campo de batalla un valioso armamento de lo que, por lo general, andaban escasas las fuerzas patriotas. El escarmiento sirvió también para llamar a prudencia a la guarnición de la fortaleza, la que debió restringir sus imprescindibles pastoreos al área del alcance de sus cañones, ello en directo detrimento de sus caballerías.


LA NOMENCLATURA COMO INSTRUMENTO PARTIDISTA.-
 Tomamos otro viejo ejemplar de nuestra biblioteca. Fue editado en 1902 por la Junta Económico-Administrativa de Montevideo y se titula "Nomenclátor de Calles y Plazas de la Ciudad. Su pie de imprenta reza: "Talleres de A. Barreiro y Ramos - Montevideo - Calle Cerro número 61".


El texto comienza reproduciendo una carta de fecha 21 de mayo de 1843, que el jefe de Policía de la ciudad, Andrés Lamas, dirige al Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de Montevideo - sitiada desde hacía ya más de tres meses por Oribe- don Juan Jacobo (alias Santiago) Vázquez. Transcribimos algunos párrafos:


"Cuando desaparezcan las pasiones y los intereses para dar paso a los fallos severos e imparciales de la historia, Montevideo tendrá muchas y bellas calles que ofrecer a los nombres de los hombres públicos que han trabajado y consolidado la independencia y la libertad de la patria... Sería una injusticia quitarle a los hombres que realmente merecen ese homenaje, el derecho a esperarlo de la posteridad". 
Y en la lista que acompaña con la fundamentación referente a los nuevos nombres a asignar, leemos: "CERRO. Recuerda el victorioso ataque del Cerro el 9 de enero (equivoca el mes) de 1826 por las fuerzas patriotas a las órdenes del Coronel don Manuel Oribe contra los imperiales".

Vemos así como yo, ya en plena Guerra Grande, estos acérrimos enemigos del jefe sitiador consideraron de insoslayable justicia homenajear aquel hecho sin parar mientes en la tremenda divergencia que vivían en ese mismo momento con su principal protagonista. Jamás habrá pasado por su imaginación que, más de medio siglo después, el odio sectario brotaría solapado pero incontenible, para erradicar de la historia aquel fasto de la patria -en el que anónimos compatriotas vertieron su sangre- en acto de trasnochada venganza en contra de aquél que los condujo a la victoria.


Fue así como un 26 de junio de 1901, al cumplir 80 años en Buenos Aires uno de los máximos denostadores de Artigas (aseguró en conocida carta haberlo "enterrado históricamente", que nuestra Junta Económico-Administrativa resolvió obsequiarle con la incorporación de su nombre a una calle montevideana. Excelente oportunidad para arrancar como mala yerba ese nombre intruso de "Cerro" tan ajeno a nuestra historiografía oficial de ayer y de siempre (1). Menos mal que, después de los consabidos floripondios orales en aras del homenajeado, el edil Dr. Claudio Williman hizo notar "... que la Junta debe salvar el juicio con respecto a las apreciaciones que haya emitido el Gral. Mitre con respecto al ilustre Gral. Artigas", salvedad que a la mayoría habrá parecido carente de relevancia y aún intempestiva pero que, finalmente, se resolvió incorporar al acta respectiva (2).


(1) Tan ajeno sigue siéndolo que, aún hoy, hasta el recuerdo de la calle "Cerro" parecen querer borrarlo. Así, en libro de autoría del profesor Flavio García -editado con los auspicios del Ministerio de Educación y Cultura en 1977 -titulado "Y LA CIUDAD FUE", se historian los diversos cambios de nombre de 21 calles de la Ciudad Vieja, con motivo de los 250 años de la fundación de Montevideo. Increíblemente el nombre de "Cerro" ni aparece, tal como si no hubiese existido durante 58 años. Quedan así al desprevenido lector dos alternativas: o la calle "Nuestra Señora del Pilar (así bautizada en 1778) se mantuvo con dicho nombre hasta este siglo... o a Mitre se le  homenajeó cuando cumplió 22 años en 1843 y no cuando cumplió 80 en 1901. Como descartamos que tales absurdos hayan sido intención de nadie, pensamos entonces que la omisión sea producto de una reacción negativa del subconsciente a reconocer un hecho, debido al rechazo instintivo que le produce quien lo protagonizó.


(2) Cabe señalar que, aunque efímeramente, Artigas también tuvo su homenaje en vida en la nomenclatura ciudadana. Fue cuando por decreto del 24 de mayo de 1849, Manuel Oribe -reflotando un proyecto de fines de su primera presidencia de designar "Artigas" a la calle de "San Benito" (hoy "Colón")- nominó "General Artigas" a la principal vía de su capital en villa Restauración, que es la actual avenida "8 de Octubre". Empero es sabido que, entrado en vigencia el llamado "tratado de 8 Octubre", sólo tres días sobrevivirá dicho homenaje. Y serán así arrancadas las chapas de madera dura que lucían el nombre del prócer pintado por la mano de Juan Manuel Blanes. Afortunadamente, 33 años después (16.1.885), un gobernante colorado, Máximo Santos, enmendará el atropello de sus predecesores haciendo designar con el nombre de "Artigas" el actual bulevar.



JORGE PELFORT

EL PAÍS

5 febrero 1994

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