jueves, 15 de diciembre de 1983

ORÍGENES DE NUESTRA LEGISLACIÓN LABORAL - Contestando a "La Semana", suplemento sabatino de EL DÍA


Nuestro pueblo, jamás ha conocido, salvo en lo referente al período artiguista una enseñanza en serio de nuestra historia a nivel oficial. Ella, en cambio, ha sido sustituida por una retahíla de medias verdades, dirigida a encauzar las afecciones políticas de los futuros ciudadanos en favor del partido de gobierno y en base a lo cual éste otorgaba o no el vital espaldarazo económico de la oficialización. Mi emocionada admiración y gratitud pues, a todos los historiadores que renunciaron a dicho beneficio en homenaje a la verdad.



Pero hoy en día dicha tarea, aún para los simples aficionados a la historia como nosotros, resulta labor harto delicada desde que, en momentos en que el país necesita  del esfuerzo mancomunado de todos sus ciudadanos demócratas, a ninguno de ellos quisiéramos molestar con nuestras opiniones en nuestro esfuerzo por poner ciertas cosas en su lugar.

Porque LA SEMANA del 25 ppdo., en artículo titulado "Ley de 8 horas. Síntesis de una larga batalla por la justicia", incurre en una serie de errores y omisiones que, no por reiterados, debemos dejar pasar por alto. Según el mismo, el señor Batlle, por primera vez en nuestra historia, habría presentado en diciembre de 1906 un proyecto de reducción de la jornada laboral a 8 horas, inaugurándose con ello una cruzada en beneficio de la clase obrera del país. Y ELLO NO ES ASÍ.

Las 8 horas fueron sancionadas el 10 de febrero de 1916.

LAS "INIQUIDADES DE LA ÉPOCA" Y SUS REDENTORES.- Pero empecemos por ver cómo pinta el articulista nuestra situación laboral previa a esos hechos, cuando los "tranviarios expusieron sus reclamos ante el presidente Cuestas" denunciando que trabajaban entre 18 y 21 horas diarias, mientras que "...los molineros y fideeros trabajaban desde las cinco de la mañana hasta las ocho de la noche". Primer grave omisión del articulista: no menciona a quienes gobernaban con absoluta discrecionalidad el país desde varias décadas atrás, tolerando lo que define como "...las iniquidades de la sociedad de la época". ¿Y no era el señor Batlle principalísimo puntal del presidente Cuestas?

Continúa LA SEMANA: "Iniciada ya su primera presidencia, el 21 de diciembre de 1906, Batlle envió al parlamento su proyecto de ley sobre jornada de ocho horas..." Y TAMPOC ES TAN ASÍ.

Si bien en el mensaje que acompaña al proyecto se habla de una futura reducción a 8 horas para los trabajos pesados y a 10 horas los más livianos, el proyecto de ley concretamente propone NUEVE Y ONCE horas respectivamente, según sus dos primeros artículos que tomamos del Diario Oficial del 27 de diciembre de 1906, página 572. En el citado mensaje el señor Batlle justifica dicha discriminación de la siguiente manera: "No puede parangonarse, en efecto, a igualdad de tiempo, la tarea del albañil que trabaja sin cesar, con la del dependiente de comercio o del cochero, cuya tarea se reduce con frecuencia a mantenerse a la expectativa de la persona a quien ha de prestar sus servicios, lo que le permite sostener conversaciones, leer diarios, libros, etc.". Después de proponer un descanso semanal rotativo de más que complicada ejecución, el artículo 6º propone para la mujer "...un mes de descanso después del parto" como única disposición al respecto. Por los artículos 8º y 9º se establecen multas para quienes incumplan la ley, tanto para patrones como para obreros.

Simplemente como al pasar, hace luego referencia el articulista a cierto proyecto de Luis Alberto de Herrera y Carlos Roxlo "...quienes eran a su vez autores de una iniciativa para legalizar once horas de trabajo diurno y nueve de trabajo nocturno". Dos graves omisiones se cometen nuevamente aquí.

ROXLO Y HERRERA PIONEROS.- El cronista debió ser menos parco y aclarar que se trataba del PRIMER PROYECTO DE LEGISLACIÓN OBRERA EN NUESTRO PAÍS, presentado por ambos legisladores blancos el 23 de febrero de 1905, o sea VEINTIDOS MESES ANTES, que el del señor Batlle y que indudablemente, acicateó la presentación del de éste.

La segunda omisión consiste en no aclarar que las tales jornadas de once horas diurnas y nueve nocturnas, contemplaban un descanso obligatorio intermedio de dos y de una hora que las reducían a NUEVE Y OCHO respectivamente, bastante más breves que las ONCE Y NUEVE efectivas del proyecto del señor Batlle presentado casi dos años después. Lo contrario  sería sostener que quienes hoy día cumplen el horario de 8 a 12 y de 14 a 18 tienen una jornada de diez horas diarias. "Las 9 horas de 1905 serán reducidas en agosto de 1906 a 8 horas por la convención del Partido Nacional, antes de que el batllismo comprometa una sola palabra sobre punto".(Oliú, Ríos, Rocha Imas "Los nacionalistas y la cuestión social", p.31).

Vale la pena extenderse acerca del proyecto de Roxlo y Herrera al que pronto adhirieron y enriquecieron con su aporte algunos de los escasos legisladores blancos de la época, ya que por la antidemocrática ley batllista que pasó a la historia como la del "mal tercio", la representación de la minoría no era proporcional. Dicho proyecto, presentado bajo la nominación de "Codificación de los Derechos Obreros", comprendía Organización del Trabajo de las Mujeres y los Niños, Accidentes del Trabajo y su Indemnización, Banco se Recursos para la Vejez, Seguro Obligatorio, Comité de Cuestiones Sociales y Organización e Higiene de los Talleres.

Un pesado manto de plomo en forma organizada de conspiración oficial del silencio, cayó automáticamente sobre el noblemente inspirado proyecto. Tal vez, intuyéndolo, Roxlo expresará con total amplitud de espíritu dirigiéndose obviamente a la bancada gubernista: "discutan este proyecto, reformémoslo, rechacémoslo, pero hagamos algo por la clase obrera y pongámonos a la altura de la legislación universal".

CONSPIRACIÓN DEL SILENCIO.- Varios meses después registra la crónica parlamentaria: "Sr. HERRERA: Es simplemente para manifestar que recabaría de la Comisión de Legislación que apresure el despacho de un proyecto que he presentado hace varios meses con mi distinguido colega, el señor diputado Roxlo, sobre legislación obrera.  Yo no sé si ese programa resuelve las dificultades gremiales, pero sí sé que señala el primer apoyo oficial serio para abordarlas y resolverlas. Probablemente adolece de algunos defectos pero nuestra intención no ha sido formular un proyecto absolutamente irreprochable, sino abrir la ruta para que en las deliberaciones de este algo cuerpo se llegue a encontrar una fórmula conciliatoria y práctica... Lo lamentable es que los obreros tengan que abandonar los talleres para salir a la calle, sacrificando sus hogares para demandar derechos que no poseen. Y precisamente, yo creo que este proyecto o cualquier otro que se presente sobre esa base, mejorándolo, llegará a evitar estos  estallidos, porque las huelgas son simplemente un efecto. Los obreros que salen a la calle en muchedumbre pueden o no tener razón; pero lo cierto es que todos estamos contestes en que hay una porción de lunares que corregir en la organización gremial del país. Con este proyecto se llegará a resolver, por ejemplo, el descanso dominical, que todos compartimos".

Todo en vano, NO habrá contestación. O si la habrá: el proyecto Batlle presentado en cámara el 21 de diciembre de 1906 con sus NUEVE Y ONCE horas y su aspiración para dentro de un año de las definitivas OCHO Y DIEZ horas diarias.

Ante el redactor del informe de la comisión dictaminante, Dr. Juan Paullier, así protestará Herrera en carta particular, obviamente destinada al anonimato: "Distinguido amigo: He dedicado toda la tarde de hoy a la lectura del informe de la cuestión social. Conociendo usted mis ideas avanzadas sobre la materia y la profunda simpatía que profeso a las clases trabajadoras, bien comprenderá usted que en los lineamientos generales y en mucha parte del articulado propuesto, estoy de perfecto acuerdo con usted. Tan así, que desde ya adhiero al proyecto  sobre el Instituto Nacional del Trabajo y reconocimiento del derecho de huelga. Pero en el comentario del proyecto del Poder Ejecutivo y proposición de incisos sustitutivos, no puedo lógicamente acompañarles, más por discrepancia en el procedimiento que por disidencia de fondo".

"Véase: hace un año y medio (Herrera se queda algo corto en los meses) presentamos con el distinguido diputado por Montevideo, Sr. Carlos Roxlo, un proyecto de ley de trabajo que pasó  a Comisión y que señala el primer esfuerzo en el país en favor de los humildes. No sé por qué motivo, nunca se ha querido dictaminar sobre ese plan tan lealmente inspirado (¡ingenuidad del joven parlamentario). Presenta en cambio el Poder Ejecutivo hace un mes otro proyecto, en su mayor parte repetición del anterior, aunque incompleto. Al informarse, como procede, se prescinde en absoluto de nuestro proyecto, sin tenerlo en cuenta para nada.  Bien; creo que la Comisión Especial no ha podido hacer esto. Pienso que tanto el del Poder Ejecutivo como el nuestro, reclamaban por igual atención informante. Por lo demás, abrigo la convicción que nuestra ley del trabajo es mucho más completa y práctica que la concebida por el Poder Ejecutivo, que nada dice del Comité de Cuestiones Sociales, árbitro legal y utilísimo de diferencias entre obreros y patrones, de la organización e higiene de los talleres, de la creación de fondos de recursos obreros, etc. Tratándose de un trabajo de aliento, laboriosamente fundado, creo que la Comisión  por consideración legislativa  por exigencia de trámite ha debido dedicarle estudio".

"Como así pienso sostenerlo en el seno de la Comisión de Reforma Obrera, no me es pesado poner mi firma al pie del importante y erudito documento redactado por el caracterizado colega (se refiere al informe sobre el proyecto batllista del Dr. Paullier). Suscribo la parte referente al Instituto del Trabajo y huelgas, porque es un proyecto independiente de visible utilidad y ajeno al nuestro, complementándolo".

De paso diré que considero un ataque a la libertad individual del domicilio, la autorización ilimitada que se pretende otorgar a los empleados policiales para penetrar cuando así lo quieran a las fábricas y talleres. Legitimando esta grave invasión de fueros, caeremos en lo más arbitrario, en el afán justo de combatir una arbitrariedad menor".

En estos últimos párrafos denuncia Herrera ese tipo de procedimientos arbitrarios que el gobierno del señor Batlle le había hecho experimentar en carne propia por expresar libremente su opinión en LA DEMOCRACIA que codirigía con Roxlo, clausurando el periódico y metiéndole preso. En efecto, la Jefatura de Policía había dado luz un comunicado estableciendo, en lenguaje que nos suena asombrosamente familiar, que "...siendo necesario restringir la publicación de noticias y comentarios que puedan perjudicar la acción de las autoridades, no podrá la prensa dar noticias sin intervención de la Jefatura de las medidas tomada o a tomarse, ni tampoco comentar desfavorablemente esas medidas ni los sucesos que con ellas se relaciones, bajo el apercibimiento de suspenderse la publicación del diario o periódico que incurra en falta".

Clausurada LA DEMOCRACIA, al otro día, 5 de marzo de 1906. el inspector Lebrato con sus sicarios acecharán la llegada de Herrera al Parlamento, le meterá el revólver en el pecho y lo llevará preso, ante la grita de la minoría parlamentaria en defensa de los fueros legislativos tan burdamente violados.

UN LECHO DE AMAPOLAS.- Continúa LA SEMANA transcribiendo unas expresiones del señor Enrique Rodríguez Fabregat aludiendo a que "...el proyecto de ley de ocho horas dormirá como un narcotizado en el lecho de amapolas de los olvidos legislativos". Preguntamos: Si la "ley del mal tercio" otorgaba al partido gobernante una muy cómoda mayoría parlamentaria, ¿a quiénes debe atribuirse la malintencionada desidia sugerida? LA SEMANA la atribuye a "...la oposición enconada de los sectores más conservadores". Perogrullesca verdad. Pero ¿quiénes integraban en cámaras de amplísima mayoría oficialista para poder trancar durante ¡9 años! la voluntad de un presidente de la fuerte personalidad del señor Batlle? Sin duda que existió una tácita alianza entre diputados conservadores blancos y un muy importante número de colorados, apoyados, como acertadamente afirma LA SEMANA, por "núcleos de la oligarquía económica". Y donde tampoco podían faltar los eternos "apolíticos", al bien decir de Alfonso Lamas "...esos eunucos del civismo, siempre prontos a hacer coladera en el carro del vencedor",  especie lamentablemente no extinguida aún. Por lo contrario, no fue necesario ningún arduamente elaborado contubernio para trancar el proyecto blanco: simplemente se le "narcotizó" por decisión del Superior Gobierno.

PRESTIGIOS, ENOJOS DE LA POLÍTICA.- Años después, será una eminente figura del socialismo, el Dr. Emilio Frugoni, quien acusa al parlamento batllista de trabar sus proyectos: "El salario mínimo también fue proyectado por el diputado socialista sobre la base de las comisiones de salario. ¿Qué hizo el batllismo con esa reforma? ¡Dejarla dormir diez años en las carpetas parlamentarias. En el lecho de amapolas, suponemos, que sugería Rodríguez Fabregat.

Definitoria la contestación que desde EL DÍA, con increíble crudeza brinda el Dr. Legnani en términos que bien pudieron dirigirse a Roxlo y Herrera con su proyecto de 1905: "¿Que los proyectos de Frugoni son más completos y bonitos? ¿Que fueron presentados antes y no fueron apoyados? Y bien, tenga paciencia. No convenía prestigiar a Frugoni. A favor del desprestigio se pretenden después cosas que no cuadran. Convenía, en vez, prestigiar al batllismo. La política es así. No se enoje. O enójese, pero será enojo inútil". (Emilio Frugoni, "Socialismo, batllismo y nacionalismo", pág.45).

Al desnudo en toda su descarnada realidad el ideario de los eternos autoproclamados campeones del obrerismo: los trabajadores recibirían beneficios con sello del sector y si no NO, que el objetivo no era una clase obrera satisfecha, sino agradecida.

¡Qué abismal diferencia de concepto de la política cuando los medimos con la abierta generosidad con que Roxlo presenta su proyecto laboral!: "Tenga presente la Honorable Cámara, que una vez sancionada esta ley, se convertirá en ley nacional, sin divisa y sin color guerrero... Lo que queremos hacer de nuestras leyes, son leyes que envidien todas las legislaciones sudamericanas, sin fijarse si vienen de vosotros o de nosotros, movidos por la suprema pasión, por la bendita pasión de la Patria! Y también su casi suplicante "...discutámoslo, reformémoslo, rechacémoslo, pero hagamos algo por la clase obrera". ¡Qué contraste también con la modestia, ecuanimidad y espíritu colaborador que campean en la protesta parlamentaria de Herrera y en su carta al Dr. Paullier.

DERECHO DE HUELGA.- Recordemos que en ésta Herrera da por sentado el derecho de huelga en el proyecto batllista y por dos veces se manifiesta decididamente a apoyarlo reconociéndolo como una omisión en el propio. Evidentemente el mismo fue finalmente escamoteado del proyecto oficialista y ni siquiera es mencionado en el extenso mensaje que le acompaña, a pesar de las abundantes consideraciones de ecuanimidad y justicia que allí se estampan. Visto lo cual Herrera, haciendo realidad sus palabras a Paullier, propone su incorporación al proyecto rival, recibiendo una vez más la callada por respuesta. Así, dos meses después, el derecho de huelga es incorporado al proyecto blanco con éstas palabras de Roxlo (8.3.907): El derecho de huelga es un derecho lícito y respetado por todos los países libres, sean repúblicas o monarquías, es un derecho, señor Presidente, que ya no se discute".

Confunde, realmente, esta consciente omisión de Batlle, antes de ser gobernante había escrito en EL DÍA (3.1.896): "Simpatizamos con las huelgas...he ahí los débiles que se hacen fuertes y que, después de haber implorado justicia, la exigen". Sin embargo en los dos proyectos de Batlle gobernante, el derecho de huelga no se mencionará.

En el segundo (26.6.911), Battle abominará del sistema que presentara cuatro años y medio atrás, proponiendo, ahora, la jornada única de 8 horas y mejoras en las condiciones de trabajo de mujeres y niños, calificando su anterior jornada discriminatoria según los esfuerzos demandados, de "filosofía cruel e inmoral". Y ataca con contundente argumentación y característica vehemencia a los sectores conservadores de ambos partidos que desde las columnas de EL SIGLO y LA DEMOCRACIA pugnaban por su mantención.

Paradojalmente, el derecho de huelga recién será incorporado a nuestra legislatura por medio de una constitución surgida de un gobierno de facto, la terri-herrerista de 1934 (art. 56) ya desaparecido Batlle y con el batllismo en la oposición, después de treinta años de ejercer el poder.

JORGE PELFORT
ADELANTE CON FE
diciembre 1983

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