viernes, 27 de enero de 1995

CALUMNIAS CONTRA HERRERA

Dr. Luis A. de Herrera
En el artículo titulado “El voto volátil” (BRECHA, 24-XI-94) se realizaron reportajes callejeros relativos a la intención de voto. Entre las diversas respuestas, la de “médico de 33 años, Malvín”, encierra una falacia que no deseamos dejar pasar por alto. Denota el reporteado un desconocimiento histórico muy grave sobre hechos no muy lejanos, al expresar que su abuelo era muy blanco pero que “(….) cuando Herrera apoyó a los nazis no volvió a votarlo”.

Es notorio que en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, mucha gente se dejó envolver por la estridente propaganda bolchi-batllista de la época, dispensadores de patentes de demócrata, que sólo agraciaban a quien marchase al compás de los intereses de las potencias aliadas, cuyo pope máximo en Montevideo era el embajador británico Sir Eugen Millington Drake. Ante cualquier desviación de esa línea arriesgábase ser inscripto en la tenebrosa “lista negra” -fatal para comerciantes y profesionales- o simplementes ser tildado de “nazi-fachi-falangista”, únicos totalitarismos repudiables. El líder comunista Eugenio Gómez confraternizaba casi a diario en El Ateneo con batllistas, socialistas y blancoindependientes, entre los que, veinteañero, me contaba. Herrera era, por supuesto, la bête noire en aquellas reuniones.

De nada valía que, cuando el embajador alemán protestara por las censuras a su país surgidas de los ámbitos de nuestra opinión pública, escribiera Herrera (El Debate, 9/XII-39): “Fuera de dudas equivoca los términos el señor Ministro de Alemania…¿Creerá acaso, que aún cuando el gobierno adoptase medidas extremas para sofocar la opinión pública, sería menos el repudio por el despojo a Polonia o el asalto criminal a Finlandia?”. O que cuando la capitulación de Francia expresara (12, 15 y 18-VI-40): (…) estamos con Francia y su causa… fortificamos nuestra indeclinable adhesión a la inmortal nación francesa (…). Francia resurgirá y un día triunfará de nuevo sobre las fuerzas oscuras y brutales que hoy la avasallan (…) rendimos homenaje a ese titán vencido y le ofrecemos una devoción que nada quebrantará”. 

Pero los sentimientos personales de Herrera, tan claramente explicitados, no satisfacían a quienes agitando el remoto peligro nazi, lo utilizaban para -a río revuelto- lesionar de forma indirecta nuestra soberanía.

Así, con la única oposición del herrerismo, el 22 de febrero de 1942, presionado por  Estados Unidos, Uruguay declaró  la guerra a Alemania (¡). Los comunistas, que desde la ruptara del pacto Hitler.Stalin (repartija de Polonia) eran de nuevo furibundos antinazis y en su diario Justicia, exigían (…) encarcelar al Quisling (Herrera) y clausurar su prensa”. Era ese mismo Justicia que una década atrás -siempre desencontrado con Herrera- calificada de “canallesco traidor” a Sandino, mientras aquél lo defendía enardecidamente en El Debate. A todo esto, nuestro ardor bélico fue tal, que aunque Alemania se rindió incondicionalmente en mayo de 1945 sin necesidad de que peleara ningún uruguayo, recién firmamos la paz en septiembre de 1953 ¡ocho años y cuatro meses después! Que todos los combatientes en serio y en broma (toda la Latinoamérica menos Argentina, se consideró obligada a declarar la guerra pero sólo Brasil envió tropas). Hay quien vincula aquella aparente desidia o distracción a que nuestros militares cobran doble emolumentos estando en vigencia el estado de guerra.
Por eso, cuando Herrera se enteró que Estados Unidos negociaba secretamente con nuestro gobierno la instalación de cinco bases aeronavales en nuestras costas, puso el grito en el cielo - una vez más paladín solitario en defensa de nuestra soberanía-  aduciendo entre muy razonables argumentos, que aquella apuntaban más contra el indeclinable espíritu independiente y  nacionalista de Juan Domingo Perón. Tras un par de años de durísimos enfrentamientos en la prensa, en el Parlamento y hasta en la calle, acusado de nazi por todos los demás partidos políticos, triunfó Herrera y nuestro país se vio a salvo de la ignominia de aquellos cinco Guantánamos. 
Finalmente, terminada la guerra, Estados Unidos procurará que las “hermanas continentales” (las “América Sunidas” de los inefables comentarios internacionales de “El Pulga”) continuasen marcando el paso al son de su música. Uruguay tendrá el triste privilegio de arrogarse la iniciativa (¿) de un proyecto de intervención militar múltiple contra un país (”doctrina Larreta”), desde que “(…) la notoria y reiterada violación de alguna república de los derechos del hombre y del ciudadano y el incumplimiento de los compromisos (…) internos y externos”, justificaría (…) una acción colectiva multilateral, ejercida con total desinterés (…) en beneficio de todos, incluso de aquel país que tan duro régimen soportaría”. * Y nuevamente será la cerril oposición del “nazi” de Herrera la que desbarate la aberrante doctrina.
*Reflotábase así la doctrina con que en 1914 el presidente Batlle y Ordóñez justificaba la invasión yanqui a Veracruz y el derecho de éstos de “(…) intervenir por las armas y llevar la tranquilidad a ese hogar convulsionado por la anarquía”. Washington Beltrán interpelará al canciller Brum  (30-IV-14) estimando “(…) sumamente grave que la Cancillería de un país como el nuestro llegue a sostener y aceptar el principio de intervención de un país fuerte en una nación débil”.

BRECHA
Jorge Pelfort
27/01/1995

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