miércoles, 11 de julio de 1984

IMPERIALISMO DE ULTRAMAR EN URUGUAY (I)

Carlos F. Lecor y Fructuoso Rivera
"Se ajustará la política exterior del país a los siguientes principios, que han constituido, en lo fundamental, la tradición incuestionable del Partido Nacional:
-Afirmará y defenderá nuestra soberanía en el más amplio sentido del concepto (...)
-Reafirmará el principio de autodeterminación de los pueblos, enfrentando toda forma de intervención imperialista ya sea económica, política, cultural o militar.
-Terminará con una política internacional que parte de un esquema bipolar del mundo (...)
-Los países no alineados constituyen una fuerza que debe ser escuchada en el ámbito de la comunidad mundial.
-Defenderá el derecho internacional y la aplicación estricta de los tratados, cuya norma fundamental interpretativa debe encontrarse en el respeto de las soberanías (...)".


"Una intentona imperialista no se presenta nunca con su nombre, sino como defensa de la humanidad, la civilización, la libertad, la democracia, el derecho internacional, el orden cristiano, en fin, cualquier cosa de valor universal". (José María Rosa).

No podían ser más penosas las condiciones económicas de nuestro país en 1835 al ascender a la Presidencia de la República Don Manuel Oribe: la Comisión de Cuentas del cuerpo Legislativo señalaba 250 reparos de esencia a la anterior administración, refrendados por los Contadores Francisco Acuña de Figueroa y Miguel Furriol. El pretendido superávit de $ 271.000 resultó ser un déficit de 2:200.000.

El cónsul francés en Montevideo, Mr. Baradére, comunicará a su cancillería:
 "Ese informe de la Comisión de Cuentas es realmente el monumento más raro y curioso que representan los gastos de las depredaciones administrativas. Es difícil llevar más adelante el impudor del robo, porque no se tomó siquiera el trabajo de disfrazarlo o cubrirse con la apariencia de cualquier pretexto.

Creo, pues que ese informe podrá ser de interés para V.E y lo agrego a esta memoria bajo el Núm. 1".

Y continúa el diplomático:
 "Era menester estar poseído de un gran amor al país para animarse a asumir la responsabilidad de salvar al Estado del abismo al que estaba por rodar. El primer acto de su administración (Oribe) fue proceder a una investigación sobre la situación del Tesoro. Ella dio por resultado un déficit bien comprobado de dos millones doscientos mil pesos corrientes (...). En consecuencia el gobierno propuso, y las Cámaras aceptaron la creación y emisión de Bonos del Tesoro (...). El gobierno tuvo así un momento de respiro que le dio tiempo de reflexionar, de buscar nueva solución. La encontraron en la ley que gravó el comercio, la industria y todas las propiedades raíces, con un impuesto por una vez, pero restituible, bajo la designación de patente extraordinaria (...). A las dos leyes sucedió una tercera sobre la reforma militar... ella permitió al Poder Ejecutivo aliviar los cuadros del Ejército de ese lujo de oficiales de Estado Mayor, que habían sido más que suficientes para un Ejército más de diez veces superior a las fuerzas de la República y que hacían pesar sobre el Tesoro cargas que absorbían la casi sexta parte de todo el presupuesto. Es decir que... el cuerpo de oficiales de todas las Armas ha sido reducido en más de la mitad (...) Con el apoyo de esas tres leyes concienzudamente cumplidas sobre todo con principios de orden y economía, la Administración actual ha conseguido restablecer la confianza. Llamar al crédito, hacer frente a los gastos del día y a los pasados y a presentar todavía, en menos de un año... una economía real de quinientos mil pesos, aplicados a la amortización de igual suma de la deuda exigible (...). Los  hombres que se habían hecho casi un hábito de vivir y fundar su fortuna sobre la depredación del Estado, los que habiendo tenido la alta dirección de negocios veían en sus sucesores la crítica o, para decir mejor los estigmas de su venalidad, de su inmoralidad, no podrán sino contemplar con ojos de envidia y profundo despecho al país salvado del abismo a que ellos hubieron de precipitarlo; y de ahí el primer germen de oposición virulenta"...

...SEREMOS POBRES PERO DECENTES...!

Por su parte, el león británico afila sus garras. Ese pequeño y novel país, endeble económica y militarmente, se ve abocado a una rebelión en germen. El presidente Oribe ha enviado a Londres a Juan Francisco Giró a solicitar un empréstito salvador, pero Inglaterra lo condiciona a un leonino Tratado Comercial, igual a los ya firmados por Argentina (1825), Colombia, Venezuela y Méjico.

Ante ello, la Cancillería de Oribe comunicará a Giró: "No dudo que el gabinete inglés coadyuvaría a la negociación del empréstito y aún nos regalaría la cantidad pedida a cambio de un tratado degradante; pero entiendo que nosotros no debemos vender el país y que seremos pobres pero decentes; esta fue mi contestación al cónsul Hood cuando me hizo una insinuación al respecto".

Ante la presa que escapa, con visible desencanto pero también con admirable sinceridad, Hood informa del fracaso a su gobierno (2.3.1836):
 "Este empréstito no se lleva a cabo  no creo que se lleve, de modo que continúan las mismas dificultades; pero yo debiera agregar que, debido a la buena administración del presente Gobierno, los gastos públicos han sido grandemente reducidos y en proporción, levantado el crédito del Gobierno".

Y poco después advierte al nuevo primer Ministro Palmerston (28,8.1936) que:
 "...Los emigrados porteños y principalmente Lavalle que se refugió en esta República... aprovechó el momento en que don Fructuoso Rivera se sintió mortificado por la pérdida de su autoridad en el Interior, halagando su desmedida ambición y amor al dinero, para excitarle a la rebelión, sobre la base de que ellos lo ayudarían a voltear este gobierno y le darían el poder absoluto, a condición de que él a su vez cooperaría al derrocamiento del actual gobierno de Buenos Aires y del sistema federal".

De la exactitud del informe democrático británico, nos da la pauta la proclama que desde nuestro propio suelo dirigirá Lavalle a sus compatriotas emigrados:
 "Si amáis vuestra patria, si anheláis volver a cruzar sus hermosas playas y romper las cadenas en que un despotismo salvaje las tiene oprimidas, debéis primero allanaros el paso, derribando y aniquilando a los opresores del pueblo oriental".

Y terminemos con Hood y su informe de la situación:
 "Si los generales rebeldes se han ligado para derrocar sus respectivos gobiernos, es natural que los gobiernos de Buenos Aires y Montevideo hagan los mismo. El 15 del corriente el Gobierno publicó un bando declarando fuera de la ley a Rivera y Lavalle, privando al primero de sus honores y rango".

UN PACTO, UN BESO Y UN DECRETO

Derrotados por Ignacio Oribe en la famosa batalla de Carpintería, donde nacieron las divisas, Rivera y Lavalle se refugian en el Brasil. Volverán al año contando ya ambos con el apoyo riograndense. Con el Coronel Mattos por éstos y Lavalle como representante de los unitarios argentinos, Rivera, autotitulándose "General en Jefe Defensor de la Constitución" acordará el muy singular Pacto de Cangüé, celebrado a orillas de dicho arroyo sanducero y en cuyo articulado secreto se establecía:

Artículo 1º El General en Jefe Defensor de la Constitución se obliga a hacerse elegir y proclamar por el pueblo oriental, en el más corto espacio de tiempo posible, presidente de la República...  Artículo 2º El General en Jefe Defensor de la Constitución se obliga por sí, por el pueblo y el Ejército que representa, a no descender jamás la Presidencia en el término marcado por la ley, sin pasar a ocupar inmediatamente el lugar de Comandante General de la Campaña... a fin de que pueda suceder a su turno a su propio sucesor en la Silla de la Presidencia y así sucesivamente...".

A todo esto arriba al Plata una poderosa escuadra francesa. No hacía mucho había bombardeado el puerto de Veracruz por haberse negado el gobierno de Méjico a resarcir a comerciantes franceses allí instalados, por supuestos daños económicos padecidos durante la revolución de 1828 en aquel país. Tres millones de francos oro hubo de pagar el gobierno mejicano ante tan solícita demanda. Cebados, con similares pretextos, llega la escuadra del Almirante Leblanc y bloquea a Buenos Aires.

Pero Rosas resultó hueso demasiado duro de roer para el ensoberbecido almirante quien percibe que, sin una base de abastecimientos cercana, Francia no podrá imponer su voluntad al "gobernador gaucho".

Y las bases están ahí al alcance de su mano: Maldonado, Montevideo, Colonia. Pero topa con la digna y cerrada respuesta americanista del Presidente Oribe. Remover el obstáculo que representa el gobernante oriental, se convierte así en consigna de urgente prioridad para el almirante imperial.

¿Qué mejor entonces aliarse con los enemigos de éste que ya habían comenzado a ensangrentar la novel República?

Y hacia el General en Jefe Defensor de la Constitución y sus aliados se volcará el poderío de Luis Felipe de Orleans, previa promesa de las ansiadas bases y derrocarán al presidente uruguayo. Tras el triunfo, veamos cómo el almirante imperial relata en su "diario" su encuentro con el General en Jefe Defensor de la Constitución (!):
 El me recibió con una gran cordialidad, me agradeció los servicios prestados, declarando que a ellos debía su pronta entrada en Montevideo y, como testimonio de su reconocimiento y de su franca amistad por mí, me pidió darme "l'accolade", o sea un beso a la francesa".

Con la decisiva cooperación del almirante imperial pues, Rivera es nuevamente presidente. Y curándose en salud, una de las primeras medidas adoptadas  será firmar este previsor decreto con fecha 7 de diciembre que resuelve:
 Art. 1º) Se suprime la Comisión de Cuentas. Art. 2º El Contador don Miguel Furriol queda encargado de distribuir a la mayor brevedad a las respectivas oficinas, los expedientes y documentos que se hubieran traído a ella, dando cuenta. Art. 3º) Comuníquese  publíquese. RIVERA - SANTIAGO VÁZQUEZ - ENRIQUE MARTÍNEZ."  (Archivo Gral. de la Nación. Registro Rivera pág. 39).

Jorge Pelfort
CONCERTACIÓN

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