jueves, 14 de agosto de 1997

HOMENAJES

"Propios": ahora "J. Batlle y Ordóñez"
En "Búsqueda" Nº 902 y bajo el título de "Homenajes", un lector de esta popular sección desarrolla su teoría -fácilmente compartible- acerca de que las nominaciones asignadas a centros docentes deben estar referidas a personajes notoriamente vinculados a la enseñanza, señalando el absurdo de que a un centro educativo designado con el nombre de la destacada educacionista María Stagnero de Munar, se lo haya trocado por el de Rosalía Villagrán de Artigas, quien jamás tuvo nada que ver con el tema.


Concordamos nuevamente cuando censura que al bulevar Propios se le haya asignado el nombre de José Batlle y Ordoñez, quien ya estaba homenajeado -expresa- con un muy importante parque, una villa, una central eléctrica y la Universidad femenina. Afirma: "Fue ilógico poner el nombre de Batlle a Propios, que tuvo desde la época de la colonia (como Ejido) una razón de tal nombre". Tan ilógico fue, en efecto dicho sustitución, que la vimos censurar hace unos años en TV por el actual senador Hierro López y, poco después, por el mismísimo Dr. Julio María Sanguinetti. Recordamos al respecto que, cuando al fallecer en 1969 el Dr. Emilio Frugoni y sus amigos, propusieron la designación con su nombre a la calle Ejido -donde vivió sus últimos años- las autoridades comunales de entonces se opusieron frontalmente invocando, precisamente, el significado del nombre de Ejido que, al igual que el de Propios -se arguyó- había nacido con la ciudad misma. Debemos agregar que la designación de Batlle y Ordoñez se verificó además, en abierta contravención con expresas disposiciones municipales que prohíben homenajear a una misma persona con más de una vía de tránsito, siendo que ese nombre ya lo ostentaba - y aún lo ostenta- la circunvalación de la fortaleza del Cerro (la otra única flagrante violación a la norma es la referente al señor padre del anterior, homenajeado por las calles General Batlle y Presidente Batlle).

Mas, al continuar con sus ejemplos, entramos a discrepar con el corresponsal de "Búsqueda". Así, cuando aprueba la adjudicación del nombre de Javier de Viana a un centro docente, pero desaprueba el de Luis Alberto de Herrera para otro, argumentando no haber tenido éste "... una actividad vinculada a la docencia". Se padece en el caso de un error: quien jamás estuvo vinculado a la docencia fue, realmente, Javier de Viana; el Dr. de Herrera, en cambio, es uno de los principales historiadores de este país. A fines del siglo pasado alcanzó a ser profesor de Historia nacional y americana, continuando poco después con una importantísima obra bibliográfica en la materia, redondeando más de una veintena de libros que son constantemente citados por historiadores de nuestro país, así como de Argentina, Paraguay, Chile y, en menor grado seguramente , por los de otros países iberoamericanos. Que tan profusa y documentada labor jamás haya merecido los favores o la atención de nuestra enseñanza oficial, es, sin duda, otro tema.

El señor corresponsal considera también ilógico "poner el nombre del señor Batlle a la Universidad femenina, eminente político jamás dedicado a la docencia". Volvemos a disentir. De todos los homenajes discernidos al personaje, ninguno más lógico y justo que el referido a dicho instituto, de cuya creación fue ideólogo y tenaz impulsor - su mensaje a la Asamblea General proponiéndola (2.6.911) es por demás expresivo -en dura confrontación con absurdos conceptos predominantes en la época, sustentados incluso por personalidades de su propio partido como Luis Melián Lafinur, Alberto Zorrilla o Daniel Muñoz principalmente, éste desde el mismo diario "El Día". Además, la preocupación del señor Batlle por la enseñanza no se limitó a dicho acto ni mucho menos, ya que otro de sus logros personales en la materia lo constituyó la creación de los liceos departamentales, al igual que las escuelas de Agronomía y Veterinaria, transformadas en las respectivas Facultades en 1926. En 1914, incluso, fundó Batlle el semillero e instituto fitotécnico "La Estanzuela" con el fin -según el visionario mensaje- de paliar dos acuciantes problemas de nuestro agro, "...uno de ellos relativo a la difusión de la enseñanza rural y el otro a la incorporación de elementos de trabajo".  No es necesario, como vemos, haber ejercido la docencia para merecer el reconocimiento de muchos logros obtenidos en su beneficio.

Por la misma razón es que nos vemos obligados a seguir discrepando con el señor corresponsal, cuando objeta que al Consejo Técnico Profesional (ex UTU), se le haya asignado el nombre de Manuel Oribe porque éste, señala, "... no estuvo directamente vinculado a la antigua Escuela de Artes y Oficios", concluyendo que tal designación implica "...actuar atendiendo exclusivamente a razones políticas". Resulta obvio que Oribe -fallecido en 1857- no pudo estar vinculado a la Escuela de Artes y Oficios fundada en 1878 durante el gobierno de Latorre. Pero la designación no parece improcedente, ya que fue el gobierno de Oribe -ejercido desde El Cerrito -el primero en preocuparse por ese tipo de enseñanza. Según Magariños de Mello ("El  Gobierno del Cerrito), el 11.12.845, en plena Guerra Grande, a poco más de dos años y medio de haber comenzado a instalar en las más precarias condiciones la sede de un gobierno nacional, Oribe emitió una circular que reglamentaba el art. 8º de la Ley de Patentes, exonerando del respectivo tributo a todo empresario "que teniendo talleres de artes u oficios, estén enseñando, por contratación intervenida por la Policía y las Juntas Económicas, a tres hijos del país por lo menos". El comandante militar de cada departamento tenía la orden de inspeccionar trimestralmente dichos talleres, con el objeto de verificar el grado de adelanto de los alumnos y, en caso de que el mismo no resultare satisfactorio, el no pago de la patente pasaba a considerarse defraudación al fisco y a penarse como tal.  O sea, en buena medida un claro precedente de tipo privado-estatal de la futura Escuela de Artes y Oficios... algo que no pudimos dejar de evocar súbitamente hace unos días cuando, reporteado en nuestro canal oficial el presidente Frei expuso como exitosa experiencia en Chile la capacitación del obrero o del estudiante dentro de las propias empresas.

Retrogradando más de una década respecto a la obsesión de Oribe por la educación (sobre el tema puede leerse mi libro "Oribe, precursor de nuestra educación", Ed. de la Plaza, 1988), recordemos que en 1834, siendo ministro ¡de guerra! del presidente Rivera, fue fundador y presidente de la Sociedad de Agricultura con el objeto de "...mejorar y adelantar la agricultura nacional mediante la organización de un establecimiento o casa experimental; perfeccionar los instrumentos y métodos de trabajo, iniciar los terrenos más propios para cada cultivo, popularizar las publicaciones útiles (como lo hará principalmente en 1848 publicando y difundiendo profusamente las inéditas 'Observaciones sobre la Agricultura' de Pérez Castellano, fruto de 40 años de estudio y experimentación); dar educación en la casa experimental a cierto número de jóvenes pobres de los departamentos" (Jacinto Carranza, "Oribe y los programas del Partido Blanco Nacional"). Es decir, un ensayo sugestivamente similar al del instituto de "La Estanzuela", nada menos que 80 años antes de la creación de éste.

Si a ambos méritos precedentemente esbozados agregamos la fundación de numerosas escuelas para uno y otro sexo en todos los departamentos de la República -mientras sostenía una dura guerra internacional - preocupándose en forma personal y obsesiva de su buen funcionamiento, empezando por el puntual sueldo de los docentes; la fundación de la Universidad en 1838 y de la Academia de Jurisprudencia (toda la planta baja del hoy Hospital Pasteur) en 1850; las becas a jóvenes pobres promisorios- algunos elegidos personalmente como Jacinto Vera e Hipólito Gallinal- elevándolos así a destinos de otro modo inalcanzables; el Reglamento General de la Enseñanza (1850) estableciendo en su artículo 1º su obligatoriedad y gratuidad, y en el 58º la supresión de "...castigos corporales como azote, palmetas y toda penitencia pública que tienda a envilecer y degradar el carácter de los alumnos". (Magariños de Mello, o.c.), debemos ineluctablemente concluir que no es imprescindible haber practicado la docencia para merecer el homenaje de nuestra enseñanza oficial, ya que un estadista - y Oribe fue según Oscar Bruschera "...uno de los pocos personajes de nuestra historia que merezcan el calificativo de estadista" (Brecha 28.8.1992) - que se preocupe por ella, bien puede ser digno de ese tipo de galardón.

Finalmente, espero no tome a mal el aludido corresponsal de "Búsqueda" mis respetuosas discrepancias acerca de su carta. Es que tanto él como yo, como todos quienes en este país han nacido, hemos tenido que soportar el abuso que sobre mentes jóvenes ejerció rigurosamente en la materia el sectarismo de nuestra enseñanza oficial, confiado en que pocos serán los que más adelante cuenten con el tiempo y la disposición necesarios para conocer la cara oculta de la luna.

JORGE PELFORT
"BÚSQUEDA"
14 agosto 1997

No hay comentarios:

Publicar un comentario