jueves, 17 de septiembre de 1998

BATLLE Y ORDOÑEZ Y FERREIRA ALDUNATE

Wilson Ferreira Aldunate

A raíz de la carta del señor Kempis Fleitas ("Búsqueda" 957), obtuve el reportaje, en ella mencionado, del semanario "Crónicas" al profesor José P. Barrán, tan excelente investigador en mi concepto, cuanto mal historiador en concepto del propio Barrán, según su loable confesión en el CLAEH, cuya crónica publicara "Búsqueda" en octubre de 1996. Lástima grande, eso sí, que aquel auspicioso "mea culpa" haya sido de tan magro como efímero resultado.


Cualquiera sabe que el método y la coherencia son condiciones indispensables para todo historiador, desde el más afamado al más modesto. Barrán empero, en la referida nota, incurre en la más flagrante dualidad de criterio. Así al ser inquirido acerca de los méritos de Artigas, rechaza de plano el planteo del periodista aduciendo que "...el historiador no tiene por qué buscar méritos y valores, más bien debería tratar de no hacerlo". Más, para asombro de todos, tanta prudencia y circunspección desaparecen como por encanto cuando a opinar sobre méritos y valores del Dr. Sanguinetti invitan, y en giro de 180 grados se entusiasma: "Es un hombre muy inteligente, culto, muy pragmático". Y haciendo a un lado los cautelosos "tal vez" y los "probablemente" que barajara para juzgar acerca del espíritu democrático de Artigas, ya no vacila para nada y tajantemente nos espeta: "Sin duda es un demócrata...".

Claro que, cuando fue requerida su opinión sobre Wilson Ferreira, ni el más mesurado adjetivo sale a luz pero, incontenible, el encono contra su partido político y sus personajes, aflora perinquinoso en toda la extensión de la breve respuesta: "Quizás su aporte más importante haya sido su intento de modernizar al Partido Nacional. Y en algún sentido para mi lo batllistizó en relación a los ideales económicos y sociales".

Pues bien: cualquier persona mayor de cuarenta y algunos años podrá recordar que los ideales económicos y sociales de Wilson Ferreira fueron diáfanamente expuestos -junto con Carlos Julio Pereyra y los sectores nacionalistas ampliamente mayoritarios que ambos lideraban -en un folleto de 44 páginas presentado ante la opinión pública bajo el título de "Nuestro compromiso con usted", en carácter de programa para las elecciones de 1971. ¿Qué influencia batllista emanaba de tan concreto contexto?

Imposible comentarlo al detalle en este espacio, pero, sin duda que su tema más removedor lo constituía el denominado "Reforma de las estructuras del sector agrario" que, entre otras cosas, limitaba la propiedad rural a las 2.500 hectáreas, a lo que se debía llegar a través de "...una redistribución de la tierra mediante el fraccionamiento de la gran propiedad y el reparcelamiento y concentración de las zonas de minifundio". Obviamente, la victoria obtenida por Bordaberry en el escrutinio de las elecciones de 1971 fue lápida de plomo para este tipo de solución.

Pero, más allá de posibles aciertos o errores en los catorce puntos de aquel programa -que nadie podrá desconocer como auténticamente representativo de "los ideales económicos y sociales" de Wilson Ferreira- ¿cuáles de ellos fueron de raíz batllista y que, según Barrán, habría "batllistizado" al Partido Nacional?

Por supuesto que no el mencionado punto II que desconoce el derecho irrestricto de propiedad sobre la tierra al entender que ello colide con el interés general. Batlle, por el contrario, opinaba de manera diametralmente opuesta al ser reporteado por el diario "El Siglo" (30.7.910): "No reconozco la existencia en el país de un problema agrario que reclame con urgencia la atención de los poderes públicos. Entiendo que la subdivisión racional de la tierra se ha operado y seguirá operándose por el desenvolvimiento de la riqueza rural. No hay que pagar tributo a impaciencias nobles pero peligrosas". (Giúdice y González Conzi, "Batlle y el batllismo"). Extraño desconocimiento de ningún problema agrario cuando siete meses después, nuevamente presidente, envía un mensaje afirmando que nuestra campaña podría cuadriplicar su producción. Mas, lo de no alterar sus estructuras será una constante hasta sus últimos años. Escribirá en "El Día" (20.6.925): "Los que poseen la tierra no son culpables de lo que pasa, porque ellos la poseen por consenso general. No se les podría quitar la tierra. No sería justo". Y al mes siguiente, en la Convención del Partido Colorado fundamenta esa tesitura: "Actualmente podría decirse que ya la sociedad o el Estado se ha hecho dueño de la tierra, porque la contribución directa podría considerarse como un arrendamiento que todo el que tiene tierra paga al Estado" (Giúdice y González Conzi, o.c.).

"Ideales económicos y sociales".- En el citado tema pues, muy lejos de "batllistizar" a su partido, Wilson más bien lo habría estado "oribizando", ya que fue Oribe el único presidente de este país que hizo un planteamiento a la legislatura -al año de haber asumido- respecto a la existencia en el país de un problema agrario que reclamaba con urgencia la atención de los poderes públicos, sugiriendo su solución (ver Jacinto Carranza, "Oribe y los programas del Partido Blanco Nacional").

Dijo respecto al agro en su mensaje del 21.3.836: "Una de las causas impeditivas de su desarrollo, particularmente en los departamentos de campaña, es sin duda alguna de la acumulación de mucha tierra en pocas manos; pero el remedio pronto para este mal se oculta bajo el sagrado de la propiedad y es preciso librarlo enteramente a los progresos de la población, del comercio y de la industria...".

También señala en el mensaje -entre los problemas agrarios que reclamaban con urgencia la atención de los poderes públicos -la sustitución del impuesto a los ganados entonces vigente, pues "...está sujeto a inconvenientes de tal naturaleza para su recaudación y fiscalización, que en vez de un recurso productivo para el Erario es un aliciente para el fraude y la corrupción... El Gbno. es de opinión que ese impuesto debe abolirse, substituyéndolo por otro que abrazando todos los establecimientos y calculados sobre los productos del procreo, sea más arreglado a los principios de la justicia y su recaudación más fácil...".

Por cierto que el tema agrario no fue el único en el que Oribe expuso en la oportunidad sus "ideales económicos y sociales", esos que Wilson -según asegura Barrán" habría absorbido de Batlle no sabemos por qué vía. Propone Oribe en el mensaje una mayor justicia impositiva para que pagasen más los grandes comerciantes y menos los pequeños, terminando así con aquel "...contraste odioso" en vigencia. Califica de "...odiosa gabela" al impuesto de alcabala -4% al total de cada venta -con su tremendo efecto de cascada, y propone sustituirlo con "...una contribución a las rentas de las fincas, que sería más tolerable para el pueblo" ya que prosigue, si hay razón de exigirle a quien vive "...del fruto de su sudor diario, no puede dejar de haberla para que el propietario que vive cómodamente de sus rentas, deje también de concurrir con una parte de ellas. A más de este recurso, hallaréis S.S. un campo vasto en que ejercer con justicia vuestras providencias en todos los campos en que el lujo y el ocio dedican a sus particulares placeres, y aún sería digno de vuestra ilustración y filantropía, acelerar el complemente de la Ley Fundamental del Estado en orden a la abolición de los esclavos, lanzando sobre el resto de los que aún existen en el país una contribución que, reduciendo el capital, facilite la emancipación... El Gbno. contempla también como un objeto digno de vuestra sabiduría, la abolición del impuesto sobre el pan elaborado para abastecer a público, substituyéndolo con un aumento correspondiente en la patente de las casas que lo fabrican, o en los derechos que pagan las harinas extranjeras". Seguidamente, el presidente urge poner coto a las maniobras que se perpetraban con la introducción y fabricación de moneda: "Este fraude es de tanta mayor trascendencia cuanto que gravita inmediatamente sobre las clases industriosas y asalariadas del país..."

Este tipo de lenguaje presidencial no volverá a oírse en el país en todo el resto del siglo. El hecho de estar flanqueado por dos ministros experientes que ya lo fueran de Rivera, el sinuoso y cínico cisplatino Llambí y el poderosísimo asentista comerciante, terrateniente y naviero Juan María Pérez -gran candidato a perjudicado por aquel mensaje que se vio en la obligación de firmar -nos pauta a las claras que las ideas contenidas eran propulsadas por iniciativa del presidente. Y quedo abierto a la sugerencia de cualquier otro nombre que se me pueda insinuar.

Cierto que el horno no estaba para bollos, máxime al haber heredado una administración en la más absoluta bancarrota, cuyos dos tercios (67%) del presupuesto, estaban asignados al Ministerio de Guerra (ver gráfica E. Acevedo, "Anales"I), y no una sexta parte (16%) como por error del traductor del informe del cónsul francés Baradére, lo consignan diversos autores, entre ellos el propio Herrera en "Seudo-Historia para el Delfín".

Pese a ello, los logros económicos y sociales consagrados por Oribe no fueron nada desdeñables. En mayo de 1835, a dos meses de asumir, creó las jubilaciones y pensiones militares, justa compensación para los veteranos y lisiados de la guerra de la independencia o para sus viudas y huérfanos, a la vez que un medio para la impostergable reducción de un ejército recargado de oficialidad ociosa. Al mes siguiente decreta la prohibición de la introducción de esclavos, con drásticas medidas contra los buques infractores.

Ya comentamos aquí someramente el importante paquete de medidas socioeconómicas propuestas en marzo de 1836. Cuatro meses después Rivera invade desde Brasil y aunque en setiembre es derrotado en Carpintería, ello implicará un semestre muy perturbado para realizaciones de otra índole. En mayo de 1837 Oribe promulga una ley antiesclavista que proclama la libertad "de hecho y de derecho" de todo africano ingresado al país a partir de esa fecha. Al mes siguiente sanciona el impuesto a las herencias, muy recargado en casos de ausentismo y duplicándolo si se comprobara evasión. En lo cultural, tan indeslindable de lo social, aparte de su vigoroso impulso a la educación primaria, su administración funda por decreto del 4.9.837 el Museo de Historia Natural y la actual Biblioteca Nacional, según lo documentó en 1964 el exhaustivo trabajo de Ignacio Alberto Espinosa Borges, tan íntimamente ligado a esta última.

En marzo de 1838, aunque militar y católico, suprime los fueros militares y eclesiásticos, ley que un jurisconsulto como Pablo de María, definirá como "...una de las grandes conquistas del espíritu liberal destinadas a destruir privilegios odiosos y perjudiciales de castas".  El 5 de mayo, a casi un año de reiniciada la guerra civil contra la invasión riverista -ahora no sólo con apoyo desembozado de los unitarios sino también de los farrapos y la marina francesa- Oribe promulga la ley de jubilaciones y pensiones par los empleados civiles, las que se pagarán durante casi cuatro décadas, incluso en ambos bandos durante la Guerra Grande, siendo eliminadas en 1876 en el gobierno de Latorre. Ella cubría riesgos de cese, invalidez, vejez y muerte. El 27 del mismo mes funda la Universidad de la República "...con el goce del fuero y jurisdicción académica que por este título compete",  según su artículo 1º. El 4 de setiembre se crea la actual Biblioteca Nacional.

Años después (1843/51), en su no menos conflictivo gobierno del Cerrito -aliado con la Confederación Argentina contra las dos principales potencias del orbe- la tarea de Oribe en pro de la enseñanza adquirió visos de obsesión -tal cual lo documenté en mi libro "Oribe. Precursor de nuestra educación"- fundando escuelas de niños y de niñas en todo el país y atendiendo personalmente a los más diversos detalles incluso su decreto del 11.12.845 sentó el primer precedente de nuestra enseñanza industrial, por lo cual resulta muy justa la reciente nominación con su nombre al edificio central del Consejo de Educación Técnico Profesional (ex UTU).

En octubre de 1846 plasmará otra de sus obsesiones, inserta ya una década atrás en su mensaje de marzo del '36 a la Legislatura: la abolición general e irrestricta de la esclavitud, verdadera reina madre de todas las leyes sociales.

El 2.2.848 el norteamericano Greene Arnold destacó asombrado en su "diario" el entusiasmo con que Oribe hacía edificar la planta baja del actual Hospital Pasteur en carácter de "Colegio", en el que durante la Guerra Grande se graduarán profesionales y donde becará a jóvenes sin recursos, entre otros casos Jacinto Vera, primer obispo uruguayo; Hipólito Gallinal, eminente jurisconsulto, y enviando a estudiar a París a Gualberto Méndez quien se graduará como cirujano y será un destacado científico.

Finalizando con estos temas, el 27.6.850 verá la luz en El Cerrito el Reglamento General de la Enseñanza, cuyo artículo rezaba: "La Enseñanza primaria será gratuita y obligatoria". Mientras que el artículo 58º prohibía: "azotes, palmetas y toda penitencia pública que tienda a envilecer y degradar el carácter de los alumnos".

En el umbral del siglo.- Si no alcanzaren "los ideales económicos y sociales" manejados en ambos turbulentos períodos gubernativos del presidente Manuel Oribe y que sin duda conocían al dedillo colaboradores tan allegados a Ferreira como lo fueron Oliú y Williman entre otros, ¿quién puede pensar que Wilson ignorara, por ejemplo, que a fines del siglo pasado los diputados blancos Ciganda y Palomeque reencendieran las antorchas de Oribe y consagraran la Ley de Pasividades Escolares convertida en ley el 28.5.896, protegiendo a los docentes por causales de edad o invalidez y salvaguardando a viudas, hijos o madres desvalidas? Se financiará con descuentos a los activos, aportes patronales y el impuesto a las herencias (¿el que implantó Oribe en 1838?).

Imposible del todo resulta ya imaginar que Wilson ignorase el proyecto de Ley de Trabajo presentado por los diputados Roxlo y Herrera el 28.2.905, al que agregaron valiosos aportes sus correligionarios Borro y Ponce de León. En momentos en que tranviarios y panaderos padecían jornadas de hasta 18 horas, proponen una máxima de 9 horas diurnas y de 8 nocturnas de trabajo (y no de 11 y 9 como aún se reitera con notoria mala fe). Se incluían protecciones diversas en las tareas de mujeres y niños, indemnizaciones por accidentes del trabajo con seguro obligatorio, Banco de Recursos para la Vejez, Higiene de los Talleres y Comité de Cuestiones Sociales. Ni global ni separadamente, ninguna de estas propuestas fueron siquiera mencionadas en la Cámara de amplísima mayoría colorada, pese a los reiterados reclamos del diputado Herrera. A los 22 meses de presentado, el presidente Batlle envía (21.12.906) un proyecto similar con una jornada laboral de 9 horas para tareas rudas y de 11 horas para las más aliviadas -haciendo mención a una futura jornada de 8 horas- siendo aprobado prácticamente sobre tablas por la bancada oficialista.  Ante el redactor del informe dictaminante Dr. Paullier, protestará Herrera que hacía más de año y medio que había presentado con Roxlo: "...un proyecto de trabajo... No sé por qué nunca se ha querido dictaminar sobre ese plan...Presenta en cambio el Poder Ejecutivo otro proyecto en mayor parte repetición del anterior, aunque incompleto. Al presentarse se prescinde en absoluto del nuestro, sin tenerlo en cuenta... Creo que la Comisión no ha podido hacer esto".

Pero pudo, y así se aprobó el hasta hoy tan loado proyecto laboral de Batlle de 1906. De lo que se deduce que contra lo afirmado con llamativa ligereza por el profesor Barrán, existen más indicios de que el Partido Colorado se haya "Roxliherrerizado" por Batlle, que no el Partido Nacional "batllistizado" por Wilson Ferreira.

JORGE PELFORT
BÚSQUEDA
jueves 17 de setiembre de 1998

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