Uruguay antes y después de los Tratados del ´51 |
Difícil resulta
desnaturalizar más el significado de una fecha como se lo ha hecho en el caso
de la del 8 de octubre de 1851. Se ha pretendido ver en ella el sellamiento de
una eterna e idílica paz entre los orientales. Quien quiera que se asome
ligeramente al estudio de nuestra historia, de inmediato se percatará que ello
para nada fue así, ya que a tan solo 21 meses de tan sacralizada “paz”,
nuevamente los mismos contendores se liarán a tiros y ballonetazos en plena
plaza de la Constitución, comienzo del “segundo tiempo” de ese mismo juego que
se prolongará, tras reiterados “alargues”, durante más de medio siglo.
En el año 1951, con motivo del centenario del hecho, el profesor Juan
E. Pivel Devoto dictó sobre el tema una conferencia titulada “El fin de la
Guerra Grande” (después editada en folleto), en cuya página 29 establece
(may. nuestras): “En efecto, el 7 de Octubre se firmó el PACTO CON
URQUIZA QUE PONÍA FIN A LA GUERRA GRANDE” . Y en la página siguiente: “Es de hacer notar que,
notificado el 8 de Octubre del ajuste del convenio, EL GOBIERNO DE LA DEFENSA
SE NEGÓ A PRESTARLE RATIFICACIÓN”.
Confirma lo anterior el muy esclarecedor y prolijo trabajo de la profesora Elisa Silva Cazet. “Oribe. Contribución al estudio de su vida”, (apartado de la Revista Histórica Tomo XLI, p.94): “El 7 de Octubre fue suscrito el Pacto que puso fin a la Guerra Grande. En él se estipularon las siguientes condiciones” y enumera las seis cláusulas de la paz convenida entre Oribe y Urquiza, a la que éste calificó de “sin vencidos ni vencedores”.
Continúa esta historiadora (pág.96): “El
8 de Octubre comunicó (Garzón,
segundo de Urquiza) al
gobierno de Montevideo y AL ENCARGADO DE NEGOCIOS DEL IMPERIO DEL BRASIL, que
había tenido lugar el sometimiento de las fuerzas orientales”.
Queda así meridianamente claro que el 8 de octubre representa nada mas
y nada menos que LA PATADA A LA MESA - por una de las partes - de la efímera
paz firmada el día anterior… Una vez informada que la otra había depuesto las
armas. De las seis cláusulas acordadas en la víspera sólo se respetará la 4ª
(teóricamente nada más) y la 5ª que pasarán, como segunda y tercera al tratado
SUPLETORIO presentado el 10 de Octubre.
Insólitamente, fue rechazada incluso la cláusula 6ª, cuya esencia Silva
y Cazet nos resume así (pág.98): “El
doctor Herrera y Obes obtuvo también la supresión de la cláusula según la cual
Urquiza se obligaba a usar sus buenos oficios para que el Imperio del Brasil no
presentara reclamación alguna al nuestro hasta 6 meses después de restablecido
el gobierno constitucional”. ¡Curiosa
víctima inerme que rechaza una mínima ayuda ante el inminente atraco! Es que el
pastel ya está en el horno para brindárselo a Su Majestad cuatro días después…
Seguimos en la misma página: “Las
modificaciones introducidas por el Dr. Herrera Obes, DESVIRTUARON
indudablemente el espíritu que había animado el convenio pactado entre
Urquiza y Oribe el 7 de Octubre, con la expresión “No hay vencidos ni
vencedores…” Si nos atenemos a las cláusulas del tratado de paz de 1851 (obviamente no se refiere al
original sino al SUPLETORIO) el
gobierno de Montevideo pudo considerase vencedor”. Y ese triunfo Y NO OTRA COSA es
lo que celebran todos los ocho de octubre, algo que entendemos perfectamente. No
así, en cambio, que entre los herederos políticos de los derrotados en la
ocasión, salgan a hacerles el tren.
El tratado DEFINITIVO -redactado por los vencedores- se
presentó públicamente el día 10, con los agregados y modificaciones que a ellos
plugo. Será firmado por el ya inerme Oribe el día 11 pues, según refiere la
misma página ” Oribe
ratificó el once de octubre las modificaciones introducidas EN EL TRATADO
ORIGINAL DE PAZ, con gran contrariedad de sus partidarios”.
Al otro día nomás, aún en la papelera tal vez, la oferta protectora de
Urquiza, el gobierno de Montevideo firma apresuradamente por mano de su
ministro en Río de Janeiro, doctor Andrés Lamas, los cinco tratados que con su
tradicional angurria, le dicta nuestro atracador. No era en vano el apuro.
Porque cuando los ingleses olfatean la maniobra y deciden impedirla, nuestro
versátil jerarca en Río, pleno de exultante alivio, así se expide ante su
cofrade el canciller Herrera y Obes: “Es
fuera de duda que Lord Palmerston quiere detener al Brasil pero, merced a Dios
viene tarde”. (”Correspondencia del Dr. Manuel Herrera y Obes. Diplomacia de la Defensa de Montevideo” Tomo IV,
p.81).
Resumamos
cronológicamente los HECHOS relacionados con la llamada “paz de octubre”,
acontecidos en esos dramáticos 7 días:
7
de octubre:
Firma del Tratado de Paz “sin vencidos ni vencedores” entre Urquiza
y
Oribe. Este entrega la armas.
8
de octubre:
Rechazo del tratado por la Defensa (puntapié a la mesa).
9
de octubre:
Elaboración del Tratado sustitutivo por la defensa.
10
de octubre:
Presentación del mismo.
11
de octubre:
Firma de Oribe.
12
de octubre:
En Río firma Andrés Lamas cinco cheques en blanco -prácticamente- ante el
Imperio.
13
de octubre:
El nuevo presidente de la República, don Joaquín Suárez, firma el Tratado de
paz DEFINITIVO que entra así en vigencia EN ESTA FECHA Y NO CINCO DÍAS ATRÁS.
¿Hasta cuando pues, el gastado sonsonete de que el ocho de octubre
simboliza esa paz definitiva, entre orientales, que TODOS debemos reverenciar?
Prueba incontrastable de dicha
falacia la darán ambos bandos liándose a tiros y bayonetazos 21 meses después
en plena Plaza de la Constitución, algo que con intermitencias más o menos
breves continuará hasta 1904.
Jorge Pelfort
El País, 7/10/94
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