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Gral. José G. Artigas |
A mediados de
Febrero de 1820, tras la derrota de Andrés Latorre en Tacuarembó, Artigas
atraviesa el río Uruguay cerca de la barra del Cuareim, y no volverá ya en vida
al suelo patrio. Sus enemigos habían triunfado. Los portugueses más
visiblemente, pero también, tirando la piedra y escondiendo la mano, el
Directorio unitario porteño, presidido por su “querido tocayo, compadre y
amigo”, así encabezaba sus cartas a Artigas, a la vez que urgía a Lecor que nos invadiera- el siempre falso y
mediocre José Rondeau, el de la avenida montevideana. También disfrutaban del
hecho muchos orientales, porteñistas en primera instancia, pero, según el
desarrollo de los acontecimientos, aportuguesándose sin demoras ni sonrojos,
dando pruebas del más ágil pragmatismo. Sus nombres figuran en chapas de
avenidas y calles de los barrios residenciales capitalinos.