![]() |
Gral. José G. Artigas |
Tan sólo cuatro meses después de ese cruce del río Uruguay, en la misma fecha en que obtenía Artigas contra Pancho Ramírez el sangriento triunfo de
Esos mismos orientales serán los que un año después, en el llamado Congreso Cisplatino (18 de Julio de 1821), votarán nuestra anexión a la corona portuguesa. Y cuando un único congresal, Luis Eduardo Pérez, sugirió para acto tan trascendente, un procedimiento más democrático, más de acuerdo con los que Artigas dispensaba a su pueblo, el vicepresidente Dámaso Larrañaga le replicó airado “... que se habían levantado facciones que se llamaban Pueblo y sin embargo no era tal, ni la votación que las elevó fue efecto de otro principio que la fuerza o la intriga”. Pérez no se animó a contestarle, pero, de ese modo, - seguimos con Alfonso Fernández Cabrelli y su “Presencia Masónica en
No obstante el “sosegáte” antiartiguista de Larrañaga, obtuvo oportuno efecto y el acta de anexión a Portugal fue votada por unanimidad, llevándola los congresales Jerónimo Pío Bianchi y Fructuoso Rivera ante el procónsul portugués, Carlos Federico Lecor, para su visto bueno.
Pero no ya en el Congreso Cisplatino – organizado y coaccionado por las bayonetas portuguesas y orientales a su servicio - , sino que en la muy libre Asamblea de
La creación de la constitución elitista de 1830 no resultaba propicia para una reivindicación de la figura del Prócer, máxime que sus principales gestores – Vázquez, Zudáñez y Ellauri - habían sido notorios antiartiguistas; sin embargo no ha quedado constancia de que en la oportunidad se hayan emitido los consabidos exabrutos de otrora.
Los primeros atisbos de reivindicación de la figura de Artigas se perciben durante la presidencia de Oribe. El 16 de diciembre de 1835 en el periódico EL MODERADOR aparece un proyecto de cambio total de la nomenclatura montevideana, hasta entonces nominada exclusivamente en base al santoral. Lo más notable era que se proponía para la calle de San Benito (hoy Colón) – en cuya esquina con la de San Luis (hoy Cerrito) nació nuestro Prócer - , el nombre de GENERAL ARTIGAS. Pensamos que haya sido una propuesta inconsulta de algún elemento menor de EL MODERADOR, en cuya redacción figuraban conspicuos antirrosistas, como Agüero, Pico, Alsina. La cosa fue que a las ¡48! Horas el periódico cambiaba su propuesta – evidente veto al nombre de Artigas – sugiriendo ahora para la calle de SAN BENITO el nombre de TUPAMBAY.
Seis meses después de tan curioso episodio, el gobierno de Oribe concreta un primer y resonante homenaje oficial al Prócer.
Dice al respecto el historiador Luis Alberto Reyes Thevenet en su obra “El Generalato de Artigas”: “La ley de 3 de junio de 1836, sancionada durante la presidencia del General Manuel Oribe, abre la serie de leyes y decretos que han otorgado al Jefe de los Orientales el tratamiento de GENERAL, consagrando así por los órganos constitucionales, lo que ya le había conferido la soberanía popular en el decenio de la gesta emancipadora, por la voz de sus Congresos y Cabildos. Esta justiciera Ley del año 1836 merecería un comentario más detenido que el presente, por las siguientes fundamentales razones que desvanecen la equivocada general de que el país, en los primeros tiempos de su organización política, echó al olvido el nombre del Protector:
1º) Porque es la primera y única vez que en vida del Héroe, la nación
le tributó honores y reconoció sus grandes servicios “prestados a la República ” durante la
época de la Revolución.
2º) Porque es la primera vez que se consagra oficialmente el título de
General.
3º) Porque es la primera vez que en la historia de la tenencia de la
tierra en el país, que el Parlamento Nacional “adjudicó en propiedad” bienes
fiscales a un particular.
4º) Porque tanto por las opiniones vertidas durante su elaboración,
como por las firmas que lo refrendan, tiene el carácter de una anticipada y
definitiva reparación histórica sancionada por sus contemporáneos.
En efecto, en el dictamen de
El afán reivindicativo de Artigas no quedó en eso. Dice Alfredo Castellanos en “Nomenclatura de Montevideo” (1977) : “Durante nuestra segunda presidencia constitucional, ejercida por Don Manuel Oribe, con fecha 31 de Agosto de 1837, dictóse un decreto por el cual se designaba una Comisión con encargo, decíase en su art.1º, de “...formar el proyecto de una nomenclatura para las calles y plazas”. Antes de una semana, el periódico oribista EL DEFENSOR DE LAS LEYES, insiste en su edición del 6 de setiembre en adjudicar el nombre de GENERAL ARTIGAS a su calle natal de San Benito.
Pero al mes siguiente, se produce la segunda invasión de Rivera – ahora con muy fuerte apoyo riograndense además del unitario argentino – y así, continúa Castellanos, “... la consecuente resignación de Oribe al mando presidencial (1838), dejó en suspenso los trabajos de la antedicha Comisión, y con ello la primera iniciativa de mudar los nombres de las calles de nuestra ciudad...”.
Ya en la
dictadura de Rivera, el diario EL NACIONAL publica el 5 de mayo de l841 una
carta contra Artigas al clásico estilo unitario, lo que no era de extrañar,
desde que estaba redactado por emigrados antirrosistas de aquel partido.
Sorprendentemente, a los cuatro meses (22.9), el mismo órgano lanza la idea de
repatriar a Artigas desde el Paraguay, con un entusiasmo y fervor realmente
llamativos. Ello ocultaba evidentemente un fin netamente político, cual sería
aprovechar su prestigio aún vigente en estas regiones, para predicar contra
Rosas.
Afirma Eduardo Acevedo en su “Alegato” tomo III, p.833: “La campaña periodística iniciada por EL NACIONAL, que era el órgano mas caracterizado de la intelectualidad del Río de
Es entonces que Rivera envía al Paraguay al mayor Federico Albín para repatriar a Artigas. Prosigue Acevedo: “Artigas devolvió, sin enterarse siquiera de su contenido, los dos pliegos del presidente Rivera, y reiteró a las autoridades paraguayas su propósito de morir en el ostracismo...”.
Continúa el autor: “Hemos buscado inútilmente en la prensa de la época el eco de esta resolución de Artigas. Los diarios de Montevideo, que tan entusiastamente se habían ocupado de la repatriación, no llegaron a conocer el resultado tan negativo del esfuerzo del Presidente, o conociéndolo, quisieron evitarle la divulgación del gravísimo desaire que acababa de sufrir”. El 16 de enero de 1842, regresó el mayor Albín e informó a Rivera del fracaso de su gestión. (AGN).
Descartado así su nombre como elemento utlilizable en la lucha antirrosista, no es de extrañar que, año y poco después, el 25 de mayo de 1843, al inaugurar Montevideo – sitiado por Oribe – su nuevo nomenclator, el nombre de Artigas no figure en él. Y su calle natal de San Benito, la que durante la presidencia de Oribe se proyectó designar General Artigas, pasó a denominarse Colón como hasta el día de hoy.
Por otro lado, sin embargo, en ese mismo año 1843 en que comenzó el sitio de Montevideo, Oribe estableció dos líneas sitiadoras. En la llamada “Línea de Avanzada”, nos señala Magariños de Mello con muy ilustrativo mapa, “... en la parte más alta del predio” de lo que hoy es Palmar y Duvimioso Terra, estaba la batería “Artigas”. Cuadras más atrás, hacia el Este, se extendía la llamada”Línea Principal”, que pasaba por el cantón de las TRES CRUCES, bautizado poco después, según el historiador Felipe Ferreiro, Fortín ARTIGAS, evidente homenaje al Congreso que allí tuvo lugar en abril de 1813.
Pocos años después, el 24 de Mayo de 1849, Oribe emite un decreto designando a la calle principal de su capital de
Un año y cuatro meses después de habérsele brindado en vida el tan diferido homenaje de una vía pública que recordara al héroe, Artigas fallecía. No sabemos si este acto de gratitud de una gran parte de sus compatriotas habrá llegado a su conocimiento. De todos modos, apenas producida la caída de Oribe, los triunfadores de la hora arrancaron como mala yerba las plaquitas pintadas por Blanes, y hoy esa importante vía de tránsito luce el nombre absurdo de 8 de Octubre. Menos mal que en una de sus intersecciones, una placa de bronce adosada a un monolito nos recuerda que en aquella vía fue que se realizó “... el primer homenaje de
Mediados de 1850 comienza a publicarse en la prensa de Montevideo un folletín titulado “Montevideo, o una nueva Troya”, luciendo la firma del novelista francés más cotizado en el momento: Alejandro Dumas (padre). Obvio es decir que para el autor de “Los Tres Mosqueteros”, la existencia de Montevideo era tan ajena como la de la última estrella de las lejanas galaxias. Dumas, pues, se avino a firmar, mediante el suculento argumento de cinco libras, aquél célebre libelo que escribiera el general Melchor Pacheco y Obes, contra Artigas en el comienzo de la obra, y contra Rosas y Oribe más adelante. En todo él campea, además, un generoso elogio a si mismo, hacia su padre, el general Jorge Pacheco, así como a parientes y amigos diversos.
¿Era imprescindible fustigar a Artigas en un folleto destinado a condenar a Rosas y Oribe? Pacheco juzgó que sí, que era necesario resaltar sus afinidades con los enemigos del momento. Así, su portentosa imaginación le llevará a escribir que su padre “... persiguió a Artigas venciéndolo siempre donde lo encontrara...”, por más que la historia no registró jamás dichas hazañas. Y continúa: “Todos los elementos de antipatía fueron puestos en juego contra Buenos Aires por el antiguo jefe de contrabandistas. Poco le importaban los medios que utilizaba... la vuelta de Artigas significaba la sustitución de la fuerza brutal a la inteligencia... los que habían previsto esta vuelta a la barbarie no se habían equivocado... Así, con Artigas dictador comienza un período... Artigas, menos crueldad y más el coraje ( reconoce ¡menos mal! su heroica lucha contra Portugal), fue lo que Rosas es actualmente... Fue entonces cuando, semejante a una de esas trombas que se evaporan después de dejar tras de sí desolación y ruinas, que Artigas desapareció y se hundió en el Paraguay”.
Gran éxito tuvo la obra en la sitiada Montevideo. Después de publicada como folletín en la prensa, se editó como libro en castellano, en francés y en italiano.
Muy distinta fue la reacción en el
gobierno sitiador de El Cerrito. El periódico de Oribe, EL DEFENSOR DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA ,
(29.9.850) saltará a la palestra a defender a la figura de Artigas: “Es bien
mezquina la idea que el novelista da del General Artigas, de quien debiera
hablar con más mesura, no sólo en obsequio de la verdad, sino en consideración
al respeto con que en todos los países del mundo es debido tratar a los hombres
grandes, El nombre del ínclito general Don José Artigas es conocido mucho más
allá de la América
Meridional , no solo por su bravura y denuedo, sino por los
sagrados intereses que defendió y los principios que guiaron su carrera
pública. Su país fue siempre por él amado, el orden fue la religión de sus
soldados, y la felicidad de todos sus conciudadanos fue para el una necesidad
de su existencia. En demanda de tanta justicia y de tan caros intereses fue que
acaudilló las masas de la campaña y proclamó, el primero entre los orientales, la Independencia de la Banda Oriental ”. Y continuará su defensa de Artigas EL DEFENSOR
DE LA
INDEPENDENCIA AMERICANA contra MONTEVIDEO O UNA NUEVA TROYA
durante unos cuantos números más.
Establecida finalmente la paz entre los orientales el 13 de Octubre de 1851, y entre el inmenso quehacer que aquello conllevaba, no faltaron quienes insistieran en cultivar su artiguismo a todo trance. Transcurrían poco mas de dos años de la irrupción del célebre libelo importado de Francia con mano de obra uruguaya, y menos aún de la erradicación de las primorosas plaquitas callejera elaboradas por Blanes, cuando nos narra Acevedo en su “Alegato Histórico” (T.I p.239: “En abril de 1853 el senador (por Cerro Largo) don Dionisio Coronel, presentó un proyecto por el cual se daba el nombre de VILLA ARTIGAS al pueblo fronterizo conocido entonces con la denominación de ARREDONDO, hoy Río Branco.
Prosigue el historiador con el dictamen con que (en la sesión del día 21) lo patrocinó
Gracias a este ambiente de entusiasta reivindicación artiguista que se vivía mientras duraba la presidencia de Giró, fue que el mayor Leandro Gómez juzgó oportuno hacer donación de la espada de honor que Córdoba otorgara a Artigas en 1815 y que él rescatara de un cambalache bonaerense en 1842, según su biógrafo Washington Lockhart “... en momentos en que padecía verdadera pobreza”. Su idea era donarla a
En Abril de 1854, Flores, ya establecido como dictador decidió retomar la propuesta de la repatriación de los restos, y a tales efectos comisionó a tramitar la gestión ante el gobierno de Paraguay al Dr. Estanislao Vega. Tras larga tramitación, los restos de Artigas llegaron a Montevideo desde Buenos Aires en el barco de la carrera “Menay”, el 19 de Setiembre de 1855, y al otro día serán transportados a
Eufórico,
escribe entonces Leandro Gómez en “La República ” con visionaria intuición, que la vida
de Artigas “...formará parte de la educación de nuestros hijos, que también
aprenderán a venerar sus virtudes”. Las exequias serán realizadas el 20 de
noviembre de 1856, quedando provisoriamente las cenizas en el panteón de
Pereira en el cementerio Central, hasta tanto no se construyera la Rotonda para el Panteón
Nacional proyectado. En ese mismo 1856, el periodista, político y escritor José
Pedro Pintos, refutaba desde LA
NACIÓN las calumnias
con que LA TRIBUNA
de Buenos Aires insistía, decía Pintos, “...en denigrar la memoria del
General Artigas, faltando a verdad histórica y atribuyendo a ese ilustre
libertador hechos odiosos y tendencias reaccionarias”. Seguimos ahora con
Pivel (“ Una etapa en la reivindicación del juicio sobre Artigas”, Gaceta de la Universidad , julio
1964): “Pintos reunió elementos para escribir la vida de Artigas, aspiración
que no pudo cumplir por su muerte prematura en 1859” . En enero de dicho
año había alcanzado a publicar una biografía de Manuel Oribe, su gran amigo, la
que había iniciado apenas muerto éste.
Lo que Pintos no pudo concretar, si lo hizo al año siguiente de su muerte Isidoro de María, ligado por doble parentesco con Artigas. Se trata de un folleto titulado “Vida del Brigadier General José Gervasio Artigas” que narra y defiende la obra y procederes del personaje.
En ese mismo años de 1860 sucede a Pereira en la presidencia Bernardo Prudencio Berro. Este eleva un pedido a
Mientras tanto, en Montevideo,
Bueno es recordar todos
estos hechos en momentos en que es última moda, entre algunos historiadores,
devaluar la figura de Artigas en el sentido de que en buena medida habría sido
agrandada artificialmente – en el último cuarto del siglo pasado - por un par de gobiernos militares que
buscaron así unificar a nuestro pueblo – tan tajantemente dividido por nuestros
dos partidos políticos -, en torno a una figura que pudiera concitar una
conciencia nacional que hundiera sus raíces en un pasado común del que
pudiéramos enorgullecernos. Nadie mejor que Artigas para llenar ese menester,
obviamente, y sugieren que se aprovecharon a tales efectos historiográficos de
Ramírez, Fregeiro, Maeso, “La
Leyenda Patria ” de Zorrilla, y hasta parte de la obra
pictórica de Blanes.
Y yo digo que eso es falso, que esos compatriotas mencionados no le estaban haciendo un mandado a nadie ni muchísimo menos, cuando con mayor o menor inspiración daban a luz el fruto de su capacidad intelectual, porque Artigas, mal que le pese a alguno, no es un producto de marketing, y estuvo latente – creemos haberlo demostrado – en el pensamiento de muy buena parte de sus compatriotas – contemporáneos o no – desde los tétricos momentos que sucedieron a su derrota militar definitiva. Y lo hemos visto ir renaciendo paso a paso en aquellas modestas propuestas de homenajes frustrados en el nomenclator montevideano; en aquella, su airada defensa por parte del anónimo columnista de El Cerrito contra los infundios bajo firma gringa de
Y vamos a terminar con la lectura de un testimonio palpitante, demostrativo como pocos, de que Artigas no ha sido en este país un mero elemento de cohesión artificial inventado por el poder para exacerbar el sentimiento de nación, es decir, más un producto de la política que de
“En las líneas atacadas, sitiadores y sitiados luchan calle por medio. El individuo que se descubre una cuarta es hombre muerto. La guarnición disminuye hora por hora, pero los que sobreviven no desfallecen. La imagen de
Ojalá que todos nuestros compatriotas hicieran suyas tales palabras.
(1) ¿Quiénes eran estos otros
auténticos reivindicadores de Artigas?
Digámoslo sucintamente: CORONEL, uno de los principales caudillos
militares de Oribe. ANTUÑA, jurisconsulto, ex constituyente y bajo su primera
presidencia Fiscal General del Estado, cargo que volvió a ejercer en el
Cerrito, a más de Presidente del Tribunal de Apelaciones. PEREYRA, abogado
español, naturalizado oriental, Vicepresidente del Senado en el Carrito,
codificador. MASINI, conspirador junto a Oribe en los “Caballeros Orientales” y
a quien siguió firmemente ligado, integrando la Asamblea legislativa y
además, muy valioso colaborador en su importantísima tarea educativa.
(2)
Diago fue durante la Guerra Grande ,
diputado por Cerro Largo en la
Asamblea del Cerrito e
“... íntimo amigo y fanático partidario del presidente Oribe” (Mateo
Magariños de Mello, “El Gobierno del Cerrito”).
Jorge Pelfort
(Conferencia en Junta departamental de Cerro Largo. Melo
22-10-00)
No hay comentarios:
Publicar un comentario