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Una
de las preocupaciones mayores de Oribe al ascender a la presidencia en 1835,
fue comenzar a poner orden en la desquiciada Hacienda Pública que, según el
cónsul francés Raymond Baradére informaba a su cancillería, ostentaba el enorme “déficit
bien comprobado de dos millones doscientos mil pesos”.
Se
designó de inmediato una Comisión de Cuentas, integrada por el senador Antonino
Costa y los diputados Juan Pedro Ramírez y Ramón Artagaveytia. De acuerdo con
los informes de los contadores Miguel Furriol y Francisco Acuña y Figueroa,
surgieron importantes reparos de esencia en forma de partidas de gastos no
justificadas con los comprobantes debidos –ya por incompletos, ya por
notoriamente fraudulentos- referidos por lo general a compras de caballada,
ganados para consumo y otros rubros. Los peritos caligráficos Besnes Irigoyen y
Lira comprobaban a la vez que varias de las firmas estampadas en los documentos
eran falsas.
“Estimado
Sr. General: Repetidas y apremiantes reclamaciones de las oficinas fiscales me
ponen en el caso de pedir a Ud., se sirva compeler al Comisario de la
Comandancia Gral. Armas de la Campaña, que rinda las cuentas correspondientes a
los años 1834 y 35. Esto se hace urgente e interesa no sólo a la buena
contabilidad de la República, sino al propio crédito de Ud. como persona
altamente colocada en la Administración. Creo que tal omisión, hasta hoy,
efecto de las dificultades inherentes a toda administración en campaña y, por
lo mismo, me interesa que Ud. active la remisión de esas cuentas, cuya demora
indefinida es incompatible con el absoluto acatamiento que el Gobierno rinde a
la Ley, ante la cual comparece con repetición a dar cuenta de sus actos más
insignificantes. Deseo pues, que salga de esa molestia a la brevedad posible y
que ordene a su atento y S.S y amigo.
Manuel
Oribe.”
Rivera
continuó sin contestar. El 19 de febrero de 1836 el presidente Oribe decretó la
disolución de la Comandancia General de la Campaña. El 26 de mayo la Comisión
publicaba en diarios de la capital el detalle de los 174 reparos investigados a
esa fecha, y 95 más publicará “El Universal” en octubre y noviembre de 1836
(Pivel, “Historia de los Partidos y las ideas políticas”).
Escritora
hay que, pretendiendo minimizar el tema –ya que ignorarlo resulta imposible-
sostiene que “…el único cargo que se formula contra Rivera es sobre la
cuenta corriente llevada por el sastre Cadillón”, aduciendo que los
restantes cuestionamientos involucraban también a Oribe por haber sido ministro
de Guerra de dicho gobierno. El argumento es por demás endeble dada la
significativa diferencia consistente en que, mientras uno pugnaba por la
aclaración de las 269 irregularidades documentadas, el otro ni quería oír
hablar del tema.
El
18 de julio de ese mismo año, 1836, Rivera proclama la insurrección y el 19 de
setiembre sus fuerzas chocan con las del gobierno legal comandadas por el
hermano del presidente, general Ignacio Oribe, quien obtiene amplia victoria en
las inmediaciones de arroyo Carpintería, en Durazno.
A
sus órdenes, comandó la denominada “División Izquierda” el general Juan Antonio
Lavalleja, y la vanguardia Basilio Araújo, otro de los principales jefes
de la Cruzada Libertadora. Es sabido que por vez primera los riveristas
utilizaron la divisa roja, mientras que las fuerzas legales lucían la
blanca con la inscripción “Defensores de las Leyes”.
JORGE
PELFORT
La
República
19
setiembre 1992
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