![]() |
Dr. Luis A. de Herrera |
Es notorio que en tiempos de la Segunda
Guerra Mundial, mucha gente se dejó envolver por la estridente propaganda
bolchi-batllista de la época, dispensadores de patentes de demócrata, que sólo
agraciaban a quien marchase al compás de los intereses de las potencias
aliadas, cuyo pope máximo en Montevideo era el embajador británico Sir Eugen
Millington Drake. Ante cualquier desviación de esa línea arriesgábase ser
inscripto en la tenebrosa “lista negra” -fatal para comerciantes y
profesionales- o simplementes ser tildado de “nazi-fachi-falangista”, únicos
totalitarismos repudiables. El líder comunista Eugenio Gómez confraternizaba
casi a diario en El Ateneo con batllistas, socialistas y blancoindependientes,
entre los que, veinteañero, me contaba. Herrera era, por supuesto, la bête noire en aquellas reuniones.
De nada valía que, cuando el embajador
alemán protestara por las censuras a su país surgidas de los ámbitos de nuestra
opinión pública, escribiera Herrera (El Debate, 9/XII-39): “Fuera de dudas equivoca los
términos el señor Ministro de Alemania…¿Creerá acaso, que aún cuando el
gobierno adoptase medidas extremas para sofocar la opinión pública, sería menos
el repudio por el despojo a Polonia o el asalto criminal a Finlandia?”. O que cuando la capitulación de Francia expresara (12, 15 y 18-VI-40):
(…) estamos con Francia y su causa… fortificamos
nuestra indeclinable adhesión a la inmortal nación francesa (…). Francia
resurgirá y un día triunfará de nuevo sobre las fuerzas oscuras y brutales que
hoy la avasallan (…) rendimos homenaje a ese titán vencido y le ofrecemos una
devoción que nada quebrantará”.
Pero los sentimientos personales de Herrera, tan claramente
explicitados, no satisfacían a quienes agitando el remoto peligro nazi, lo
utilizaban para -a río revuelto- lesionar de forma indirecta nuestra soberanía.
Así, con la única oposición
del herrerismo, el 22 de febrero de 1942, presionado por Estados Unidos,
Uruguay declaró la guerra a Alemania (¡). Los comunistas, que desde la
ruptara del pacto Hitler.Stalin (repartija de Polonia) eran de nuevo furibundos
antinazis y en su diario Justicia,
exigían (…) encarcelar al Quisling (Herrera) y clausurar su prensa”. Era ese mismo Justicia que una década atrás -siempre
desencontrado con Herrera- calificada de “canallesco traidor” a Sandino, mientras aquél lo defendía enardecidamente en El Debate. A todo
esto, nuestro ardor bélico fue tal, que aunque Alemania se rindió
incondicionalmente en mayo de 1945 sin necesidad de que peleara ningún
uruguayo, recién firmamos la paz en septiembre de 1953 ¡ocho años y cuatro
meses después! Que todos los combatientes en serio y en broma (toda la
Latinoamérica menos Argentina, se consideró obligada a declarar la guerra pero
sólo Brasil envió tropas). Hay quien vincula aquella aparente desidia o
distracción a que nuestros militares cobran doble emolumentos estando en
vigencia el estado de guerra.
Por eso, cuando Herrera se enteró que
Estados Unidos negociaba secretamente con nuestro gobierno la instalación de
cinco bases aeronavales en nuestras costas, puso el grito en el cielo - una vez
más paladín solitario en
defensa de nuestra soberanía- aduciendo entre muy razonables argumentos,
que aquella apuntaban más contra el indeclinable espíritu independiente y
nacionalista de Juan Domingo Perón. Tras un par de años de durísimos
enfrentamientos en la prensa, en el Parlamento y hasta en la calle, acusado de
nazi por todos los demás partidos políticos, triunfó Herrera y nuestro país se
vio a salvo de la ignominia de aquellos cinco Guantánamos.
Finalmente, terminada la guerra, Estados
Unidos procurará que las “hermanas continentales” (las “América Sunidas” de los
inefables comentarios internacionales de “El Pulga”) continuasen marcando el
paso al son de su música. Uruguay tendrá el triste privilegio de arrogarse la
iniciativa (¿) de un proyecto de intervención militar múltiple contra un país
(”doctrina Larreta”), desde que “(…) la notoria y reiterada
violación de alguna república de los derechos del hombre y del ciudadano y el
incumplimiento de los compromisos (…) internos y externos”, justificaría (…) una acción colectiva multilateral, ejercida con total desinterés (…) en
beneficio de todos, incluso de aquel país que tan duro régimen soportaría”. * Y nuevamente será la cerril oposición del “nazi” de Herrera la que
desbarate la aberrante doctrina.
*Reflotábase así la doctrina con que en
1914 el presidente Batlle y Ordóñez justificaba la invasión yanqui a Veracruz y
el derecho de éstos de “(…) intervenir por las armas y
llevar la tranquilidad a ese hogar convulsionado por la anarquía”. Washington Beltrán interpelará al canciller Brum (30-IV-14)
estimando “(…) sumamente grave que la
Cancillería de un país como el nuestro llegue a sostener y aceptar el
principio de intervención de un país fuerte en una nación débil”.
BRECHA
Jorge Pelfort
27/01/1995
No hay comentarios:
Publicar un comentario