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Gral. Leandro Gómez |
Con el destacado título de
OBJECIONES A HOMENAJE A LEANDRO GÓMEZ, "El Día" 27 ppdo., publica una
correspondencia de su agente o representante en Paysandú, en la que se objetan
los homenajes a realizarse a Leandro Gómez, con motivo del traslado de sus
restos al teatro de su inmortal epopeya. Se cuestionan éstos, tanto desde el
punto de vista de su onerosidad cuanto el de su procedencia, estimándose que se
estaría sobredimensionado su figura en comparación de otro héroe como lo fue
Francisco Bicudo, quien en 1811 muriera también defendiendo la ciudad contra el
ataque de fuerzas procedentes de Brasil.
No trepidamos en compartir totalmente el primero de los aspectos señalados, entendiendo como el articulista, que el momento saturado de urgencias y carencias económicas que vive el erario público y casi toda la población, no es el más adecuado para incurrir en este tipo de erogaciones lo que hacemos extensivo también a otros muy merecidos homenajes similares a tributarse a Francisco Solano López y a Simón Bolívar. Esa misma rebeldía que invade al articulista, la sentimos nosotros también cada vez que ingresamos a suntuosos edificios como el del Banco de la República (iniciado en 1926) o el del Palacio Legislativo (1912) y observamos el inaudito derroche de lujo (lo que parece oro en el techo de éste ES ORO), despilfarrado en momentos en que la gran mayoría de nuestras escuelas rurales funcionaban en ranchos de barro y paja y en que en el país había aún tanto por hacer en materia de salubridad, vialidad, etc. y que únicamente en aras de un rastacuerismo irresponsable se pudieron construir.
No trepidamos en compartir totalmente el primero de los aspectos señalados, entendiendo como el articulista, que el momento saturado de urgencias y carencias económicas que vive el erario público y casi toda la población, no es el más adecuado para incurrir en este tipo de erogaciones lo que hacemos extensivo también a otros muy merecidos homenajes similares a tributarse a Francisco Solano López y a Simón Bolívar. Esa misma rebeldía que invade al articulista, la sentimos nosotros también cada vez que ingresamos a suntuosos edificios como el del Banco de la República (iniciado en 1926) o el del Palacio Legislativo (1912) y observamos el inaudito derroche de lujo (lo que parece oro en el techo de éste ES ORO), despilfarrado en momentos en que la gran mayoría de nuestras escuelas rurales funcionaban en ranchos de barro y paja y en que en el país había aún tanto por hacer en materia de salubridad, vialidad, etc. y que únicamente en aras de un rastacuerismo irresponsable se pudieron construir.
Pensamos pues, también, que se
pudo homenajear dignamente a Leandro Gómez sin generar prácticamente gastos,
con tan sólo la concreción del proyecto presentado en diciembre de 1981 en el
Consejo de Estado (el articulista de "El Día" también lo considera
desmesurado) consistente en la denominación de "Gral. Leandro Gómez"
a la actual Ruta 26 (que precisamente arranca de Paysandú), proyecto que estimo
inspirado en el artículo por mí publicado en la prensa capitalina menos de un
mes antes.
El articulista se duele del injusto olvido a que ha sido relegado el heroico Pancho Bicudo, sentimiento que no podemos menos de compartir aparte de lo que nos alegra ver así engrosar las filas del revisionismo histórico; pero resulta extraño no le pida cuentas al respecto al diario que representa, fundado hace casi cien años, en la mayoría de los cuales integró el oficialismo gobernante.
Para reforzar nuestros conocimientos sobre el héroe olvidado, recurrimos al voluminoso "Diccionario Uruguayo de Biografías", obra máxima del conspicuo historiador batllista Fernández Saldanha pero ¡oh sorpresa!, no figura entre las 800 biografías allí reunidas, la del heroico portoalegrense que cayera defendiendo su patria adoptiva en contra de sus compatriotas que la atacaban.
Pero, un olvido lo puede tener
cualquiera. E imbuido de ese sentimiento de ecuanimidad y justicia histórica,
el articulista apela hacia la aritmética para reforzar su argumentación
afirmando que, antes que a la de Leandro Gómez, "... la acción heroica
del Tte. Cnel. Francisco Bicudo es a la que hay que adjudicarle mayores
méritos, pues el valiente americanista murió peleando a sabiendas del fin que
iba a tener ya que los lusitanos eran 200 contra los escasos 50 hombres que
habían comenzado a luchar por la independencia de estas tierras", o
sea que había una proporción de 4 contra uno. Pero este argumento aritmético,
además de poco procedente es impropio en sí, ya que el ejército
brasileño-colorado que atacaba el pabellón oriental, constaba de 16.000
efectivos a los que podía oponer Leandro Gómez apenas 600 bravos, o sea una
proporción de más de 26 contra uno. En
cuanto a luchar a sabiendas del fin que iban a tener, dados los antecedentes de
Flores en Cañada de Gómez (Santa Fe) y Florida unos meses antes, donde
ejecutara a toda la oficialidad prisionera, mal podía hacerse otras ilusiones
el jefe sitiado. Máxime habiendo recibido al comienzo del sitio, con fecha 3 de
diciembre, este ultimátum que desde un barco de guerra brasileño le dirigía don
Venancio exigiendo "...la entrega de la plaza con la guarnición y todos
los elementos que ella contiene, hasta pasado mañana, 5 del corriente, a la
hora de salir el sol (...) Vencido el plazo fijado y procediéndose en seguida
al ataque, V.S pagará con su vida las consecuencias y desastres que puedan
ocasionarse".
Pero dejemos de una vez este tipo de inconducentes disquisiciones a que nos ha llevado el articulista y vayamos a hechos más concretos. ¿Cómo estima él la justicia con que la Comuna montevideana, sólo 4 años en más de un siglo fuera del dominio de su partido, ha homenajeado a su recién descubierto héroe? Ignora acaso que está representado por una calleja adoquinada junto al Miguelete de tan sólo 200 y algún metro de extensión? Frente a ello, ¿no le parece "sobredimensionada comparativamente" (usando términos suyos) los 8.000 metros de la amplia avenida "Gral. Flores" o los 11.000 metros que homenajean a Rivera o acaso los 13.000 de la avenida que recuerda a don José Batlle? ¿No le parece "pérdida de mesura y moderación" que 8 vías de nuestras capital luzcan este último apellido y no encuentra mal "el partidismo que emana del homenaje"?
No halla también "sin
noción de medida" (seguimos con sus términos) que porque don Lorenzo
Batlle haya sido general y presidente exista una calle en el Prado llamada
"General Batlle" y otra "Presidente Batlle", precisamente,
junto al "Parque Batlle"? Y quién nos dice que si el presidente
Baldomir hubiera sido hombre de "El Día", hoy no tuviera dedicadas 3
calles: una por presidente, otra por general y una tercera por arquitecto?
Resumiendo pues, todo lo precedente sirve para demostrar que el súbito sarampión bicudista que ataca al hombre de "El Día", es sólo su viejo sectarismo camuflado de ecuanimidad y espíritu de justicia, piel de cordero que, como en la fábula de Esopo, queda demasiado corta.
JORGE PELFORT
EL
DÍA
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