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Brig. Gral. Manuel Oribe |
En agosto de 1855 "con la muerte
dibujándose ya en el semblante triste" regresa Oribe de su exilio en
España.
La situación en Montevideo era caótica. Los colorados "conservadores", con el apoyo tácito -aunque inocuo- de la dirigencia de los blancos "constitucionales" y el potencial pero sí que peligroso del cónsul brasileño Amaral y sus 5.000 efectivos acampados en el Cerrito, habían expulsado al presidente Flores de la capital.
Desautorizando a sus
correligionarios doctorales, Oribe exhorta a Flores a buscar una salida
constitucional, ofreciéndole para ello su apoyo. Flores, jaqueado por sus
correligionarios envalentonados y estimulados por los brasileños, y sorprendido
por el gesto de quien creyó viniera en son de revancha por el destierro que él
mismo le decretara, acepta la proposición.